¿No fumas, inglés?

 

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¿No fumas, inglés?
Luis Rivero 25.03.2017 |   @LuisMgRivero – (En el suplemento Cultura de La Provincia – Diario de Las Palmas. )/
Expresión ya en desuso que surge a modo de réplica o escarmiento frente a alguien que se ha mostrado imprudente al desoír consejos o por “meterse donde no lo llaman” (esto es, en camisa de once varas). Es pronunciada en un tono socarrón, casi con sarcasmo: ¿No fumas, inglés…? Con esa interpelación retórica que arrastra un cierto deje jeringón de aire burlesco a modo de dar que merecer y que se acentúa evidenciando el gentilicio final: ‘inglés’.

La etimología de la expresión -quizás- haya que buscarla en la influencia británica en las islas. Se ha dicho que Canarias estuvo bajo el influjo y dominación económica del Reino Unido por la presencia de una importante colonia inglesa durante el periodo que va desde el tercer cuarto de siglo XIX hasta bien avanzado el siglo XX. La relación de los nativos isleños con los miembros de esta comunidad es evidente. Lo que queda testimoniado ya sea a través de las casas comerciales inglesas que se asentaron en las islas (ligadas casi siempre a los cultivos de exportación: tomate y plátano, principalmente) o de los pioneros del turismo en que se convirtieron aquellos británicos que visitaron las Canarias -y que se alojaban en establecimientos hoteleros y balnearios atendidos por isleños-. Este proceso de integración de la colonia inglesa cristaliza en un mecanismo de ‘aculturación’ por el que la comunidad local absorbe no pocos elementos de la cultura inglesa: modismos, expresiones y, en definitiva, todo un acervo patrimonial de carácter intangible que se puede apreciar desde el habla dialectal, a los modos de vestir, la gastronomía, los deportes o los juego infantiles. La locución ‘¿no fumas, inglés?’ parece tener claras connotaciones o residuos de esta presencia británica en las islas.

La expresión es sinónima del ‘¿cogiste macho?’ o , simplemente: ‘¿cogiste??’ , como ‘¿alcanzaste?’. Siempre pronunciadas con ese deje burletero que es tan propio del canario. Podríamos ver en ello -subliminalmente- cierto ánimo de revancha o burla hacia el colono británico que se comportaba como tal y consideraba -en sus propias palabras está, y nuestro Alonso Quesada nos deja testimonio de ello- las islas como una colonia de su graciosa majestad.

El ‘¿cogiste macho?’ remata dialécticamente la actitud de quien padece un revés o un chasco por el escarmiento sufrido. Difiere de aquella acepción de uso vulgar y contenido netamente sexual -y paramisógino- que se refiere a la hembra de talante libertino que busca ir con varón sin poner demasiados reparos: “Esta quiere macho” o “está buscando macho”, “ahí va, a coger macho”, y expresiones por el estilo. Como símil de la cabra que se arrima al macho cabrío.

Locución homónima a la anterior, pero de sentido totalmente distinto es “dar(le) macho”. Que se relaciona con la mecánica del automóvil. Cuando accidentalmente se agota la batería del motor del coche y no arranca, entonces “hay que darle macho”. Que quiere decir, conectarla con cables a la batería de otro motor en marcha para alimentar la que no tiene carga y, así, arrancar el motor para que se recargue. A fin y al cabo, las metáforas y homonimias con connotaciones sexuales están bien presentes en nuestro modo de hablar: ¡hasta los enchufes tienen sexo!