Del tingo al tango

CANARISMOS

Del tingo al tango

©Luis Rivero/ en Suplemento Cultura de LA PROVINCIA/DLP

Locución adverbial que quiere decir: ir de un lado para otro, de acá para allá, sin rumbo fijo y sin utilidad ni provecho. Por lo común va acompañada de los verbos ‘estar’, ‘andar’ o ‘ir’: «estar  del tingo al tango», «andar del tingo al tango», «ir del tingo al tango». A veces tiene el valor de referirse a alguien que cambia continuamente de trabajo u ocupación. Se trata de un americanismos de origen incierto. Su uso es frecuente en México, Venezuela o Puerto Rico, entre otros países de Hispanoamérica, desde donde arribó a Canarias como tantos otros criollismos. Es sinónimo de la locución castellana “estar de aquí para allá” o “de la Ceca a La Meca”. Su origen probable nos remonta a la expresión más arcaica «del timbo al tambo», como se usa todavía hoy en México, Honduras, Nicaragua, Panamá, Venezuela o Colombia. Significativo resulta su uso por el escritor Gabriel García Márquez al prologar sus Doce cuentos peregrinos (1992) en el que se para referirse a su libro dice: «[…] después de tanto andar del timbo al tambo peleando para sobrevivir a las perversidades de la incertidumbre».

La voz «tambo» procede del término quechua: «tampu», que es como en el antiguo Perú, durante el imperio incaico, se llamaban los albergues o refugios que existían a lo largo de las rutas importantes, normalmente situados a una jornada de camino el uno del otro. Servían al parecer para alojar a los emisarios o correos de los gobernadores, así como a otros funcionarios y personal militar. En ellos se hacía acopio de provisiones, enseres y productos  de primera necesidad para el caminante. En épocas de carestía y secas sirvió también de auxilio y reparo a la población campesina. De ahí, probablemente, ha pasado a denominar a las ventas o posadas: ‘tambos’, como se conocen todavía en algunos países de Sudamérica. En su etimología, «estar del timbo al tambo» vendría a significar estar todo el día en el camino, de un tambo a otro sin parar. Rememorando quizás al indio que pateaba cada día de un tambo a otro tambo, yendo y viniendo por el camino del inca.

El término «timbo», por sí sólo, carece de significado preciso en la frase, como mismo sucede con «tingo» en la expresión naturalizada en Canarias. Es muy probable que de la locución originaria, por deformación en su uso, surgiera la más conocida: «del tingo al tango». La misma suerte parece haber corrido la expresión sinónima del castellano: «de la Ceca a la Meca». Algunos paremiólogos señalan que se trataría de una especie de sonsonete que es común en otras frases proverbiales (v. gr.: «el oro y el moro») que el hablante idea para que a fuerza de repeticiones, mediante el cambio de una consonante o de una vocal por otra, se termine implantando un dicho. Tal hipótesis puede ser válida para  explicar la construcción: «del tingo al tango».  Es decir, se trataría de una  de las muchas fórmulas rimadas que –deformada su versión original– a fuerza de repetirse en su dicción más asimilable tingo/tango, en lugar de timbo/tambo, la vocal a es sustituida por la i. Y donde el primer vocablo (tingo) –como hemos apuntado– carece de significado y no tiene más valor que el de una rima consonante, como es frecuente en otras paremias y modismos de la lengua castellana. Por poner un ejemplo más cercano en el tiempo: ¿quién no recuerda al profesor peninsular que nos intimidaba con ponernos un «cero pelotero/patatero»? Lo trascendente era el cero, lo de patatero o pelotero era un juego de voces rimado para persuadir mejor al alumnado.