No dar un palo al agua

CANARISMOS 

No dar un palo al agua

 

©Luis Rivero (publicado en el suplemento de CULTURA La Provincia/DLP)

 

Esta locución de origen marinero parece tener como elemento aleccionante –que la ilustra en sentido negativo– la actitud de aquellos miembros de la tripulación que no colaboraban remando con el resto de los marineros. Eludir el golpe del remo sobre el agua al bogar sería la imagen a la que recurre esta metáfora para significar: haraganear o no hacer ni el más mínimo esfuerzo en el trabajo. Es de uso general en castellano, aunque también muy recurrente en el español hablado en Canarias con algunos sinónimos característicos.

«No pegar un palo al agua», «no dar gongo» o «no dar un timbalazo» son sinónimos más propios de la expresión castellana en las islas. En Canarias se le llama «gongo» –en una de sus acepciones–  a dar un golpe con la púa o punta de un trompo en la cabeza de otro trompo [y de ahí seguramente lo de ‘trompazo’]. (El trompo era un juego de chiquillos –manual, no mecánico–, hoy considerado casi una reliquia de la época pregameboy).  ‘Hacer gongo’ era el modo de dejar fuera del juego al contrincante acertándole un golpe certero o trompazo. La voz parece ser un portuguesismo asentado en las islas y que probablemente por hiperonimia deriva en ‘golpe’. Así «no dar ni gongo» sería sinónimo de «no dar ni golpe», lo que figurativamente quiere decir: no trabajar o «no pegar un mochazo» (golpe de sacho o ‘guataca’). Pero existe una rica variedad de sinónimos procedentes de distintos ámbitos o menesteres: «no disparar un cartucho», «no dar un paletazo», «no gustarle (a alguien) doblar el espinazo» o «agachar la viga». Todas ellas expresiones que con donaire ponen de manifiesto la actitud de quien no le gusta trabajar.

Dentro del lenguaje de claro sentido androcrático encontramos este otro sinónimo, quizás menos utilizado: «no dar un timbalazo». ‘Timbalazo’ viene de ‘timbales’. El término es un americanismo (procedente del Caribe) utilizado para nombrar los testículos. En ocasiones se usa como expresión de fastidio: «¡no me toques los timbales!», con idéntico valor a la expresión castellana. Tanto en Canarias como en algunos lugares de América a los genitales masculinos se les conoce como ‘güevos’ o ‘timbales’ y, al menos en Canarias, también se les llamas ‘cataplines’. En sentido más contundente y soez, para reprochar una actitud pasiva y poco diligente en el trabajo, se dice: «tocarse los güevos». (De hecho se le llama «güevón» a la persona holgazana). Se asocia así este acto de subliminal autoafirmación de la propia masculinidad, consistente en palparse los genitales, con la ociosidad. Quién sabe si con origen en algún atavismo relacionado con el propio instinto animal que subyace en la función reproductora del macho que acaso no debe malgastar esfuerzos inútiles en otros quehaceres. A menudo se predica de jóvenes y adolescentes en plena etapa de afirmación falocéntrica o de la propia masculinidad.  O quizás el asunto sea mucho más simple y quien se toca los güevos es porque no tiene otra cosa mejor que hacer. A saber: se predicaría de quien que lleva una vida ociosa, en la que satisfecha la más urgente de las necesidades fisiológicas: la del nutrimiento, le sucede en orden de prelación la de reproducción. Por tanto, saciada la prioritaria, el tocamiento genital indica la predisposición a cumplir instintivamente con la actividad asociada a la función reproductiva. Según algún código cultural, los genitales serían la parte del cuerpo que se identifican con la voluptuosidad y la concupiscencia.

Dentro de ese paralelismo que muestra el lenguaje entre  significado y actitudes psicosomáticas –por así decirlo– como manosear distintas partes del cuerpo, se circunscribe también la expresión: «rascarse la barriga» que se predica igualmente de quien se da a la holgazanería, «tumbarse a la bartola» plácidamente y no hacer nada productivo.

En cualquier caso, la expresión «no dar un timbalazo» tendría un sentido hiperbólico y viene a significar exageradamente: ni siquiera tocarse los güevos, que ya es decir.