Calentarse el pico

Canarismos

Calentarse el pico

Luis Rivero. Publicado en suplemento Cultura La Provincia/DLP 3.2.2018

Calentársele el pico a alguien quiere decir propasarse bebiendo alcohol. Esto es, embalarse y animarse después de tomar la primera copa. Pero también hace referencia a cuando alguien habla sin parar diciendo cosas inoportunas por no poderse contener. «Se le calentó el pico y pegó a rajar» se dice de quien se anima, empieza a alegar sin parar y acaba por hablar mal de alguien desacreditándolo. Hasta podemos leer en la prensa que «[…] el alcalde atribuyó la salida de tono de su concejal a que a éste “se le calentó el pico”». Frase con la que se excusa el desliz de un cierto concejal por hablar más de la cuenta.  O en la crónica de la boda de un conocido edil en la que se dice: «algunos invitados, llegados ya los momentos de tener el piquito caliente, empezaron a perder la compostura». Lo que sugiere en este caso es que los invitados a la boda, después de «mojar la boca», es decir, tras tomar alguna copa y «entonarse», se van de la lengua y se explayan sin reparar en formas. Con idénticos significados (entonarse con alguna bebida espirituosa o referirse a cuando alguien no para de hablar) se usa en algunas partes de América –al menos en Argentina, Uruguay y Cuba– por lo que podría tratarse de un americanismo importado. El nexo que parece poner en relación ambos significados es la idea del alcohol como elemento desinhibidor que propicia locuacidad en el individuo, hasta llegar a perder la compostura y propasarse con las palabras diciendo cosas que no debe.

Afín a esta expresión, y más propia del ámbito insular, es «darle a la picareta» como sinónimo de beber o ‘tomar’ (le gusta «darle la picareta»), «empinar el codo».  ‘Picareta’ se llama en Canarias a la herramienta que sirve para labrar cantos o rebajar paredes, suelos u otras superficies de especial dureza, zapapico, pico pequeño. El gesto de doblar el brazo (para empinar el codo) como cuando se trabaja con la picareta y la similitud con el esfuerzo persistente en hacerlo de manera machacona,  hasta entrar en calor, es lo que explica la asociación alegórica entre «darle a la picareta» y «empinar el codo». Por su parte, el pico, además de herramienta del albañil o del labrante, es la parte saliente de la cabeza de un ave y coloquialmente se le llama también a la boca de una persona propensa a la verborrea incontrolable. Por lo que la significación y las voces derivadas (pico, picareta) parecen estar relacionadas.

En el mundo rural son abundantes las hipérboles basadas en la exageración de fenómenos o elementos del entorno para referirse o definir realidades abstractas o usos comunes. Por ejemplo se dice «beber como un garrafón» o «beber como un tanque» para expresar que alguien tiene el hábito de excederse con la bebida; o «ha bebido más ron que un burro agua» que se dice de quien ha tomado mucho ron a lo largo de su vida, es decir, de quien tiene fama de borrachín. Se parangonan así características de elementos concretos para definir determinadas actitudes ordinarias. De manera jocosa se recurre a los símiles del garrafón, del estanque o del burro –elementos del imaginario popular– que sirven de contenedor o depósito capaces de acumular gran cantidad de líquido o a la necesidad del animal de beber mucha agua para apagar su sed, para describir hiperbólicamente la actitud del individuo propenso a ingerir alcohol sin moderación. Este tipo de símiles o comparaciones en tono humorístico que se escuchan respecto a la afición a la bebida, generalmente en ambientes varoniles [tales como: «pegarse un tanganazo» o un «cacharrazo», «salir con el rabo tieso» (marcharse ‘entonado’), «estar rebajado de servicio» (no poder beber por estar malo) y expresiones por el estilo], parecen no solo ironizar y restar importancia al hábito (que alguno pudiera considerar pernicioso), sino que además lo celebran con jocosidad hasta distender cualquier actitud de reproche hacia ello.