Después del gusto viene el disgusto

 CANARISMOS

Después del gusto viene el disgusto

Luis Rivero 18.05.2018 | Cultura La Provincia/DLP

Entre los consejos de uso aforístico de ámbito familiar o doméstico es recurrente el que afirma: “primero viene el gusto y luego el disgusto”. Generalmente advierte de los riesgos implícitos a todo desliz, aventura o romance con consumación del acto sexual entre hembra y varón que puede traer como consecuencia un embarazo no deseado o “prematuro”. Tiene pues un claro carácter admonitorio cuando exhorta y aconseja previamente de la imprudencia, o valor de clara sanción moral cuando reprocha la acción ya concluida e irremediable. No supone tanto un reproche a la vida disoluta de un individuo, como a la negligente, por impulsiva, actitud de la hembra o del varón en sus relaciones.

Son numerosas las locuciones populares en distintas lenguas que expresan emociones, afectos, sentimientos, sensaciones anímicas o físicas, etc., a través de metáforas de los sentidos o funciones de órganos físicos. Tradicionalmente -en el español hablado en Canarias- el sentido del gusto se usa figuradamente para hacer referencia al placer ligado a las apetencias sexuales. El “gusto” es, pues, sinónimo de placer, y más específicamente de placer sexual.

El “disgusto” por su parte es un eufemismo para referirse al embarazo o preñez (más concretamente al embarazo no deseado). [Así viene usado por ejemplo en Galdós: “Puedes salir; no eres una chiquilla y ya sabes lo que haces. Yo creo que no nos darás ningún disgusto, y que has de mirar por el decoro de la familia lo mismo que miro yo. La dignidad, hija, la dignidad es lo primero” ( Fortunata y Jacinta)].

Un antecedente remoto del dicho comentado lo podemos encontrar -quizás- en aquel aforismo latino que reza: omne animal a coitus triste est (que ha trascendido también en diversas citas en la versión: post coitum omne animal triste est: ‘todo animal está triste después del coito’). Esta máxima -tradicionalmente atribuida a Aristóteles y a otras varias autoridades que desde antiguo han recurrido a ella- al parecer tiene su origen en las Epístolas 74,14-16 de Seneca. Literalmente viene a hacer referencia a un fenómeno que desde la Antigüedad llamó la atención de galenos y filósofos. Tanto la biología aristotélica como la medicina de base hipocrática estudian el estado poscoital. La moderna psicología lo denomina disforia poscoital. Y que hace referencia al estado de melancolía o tristeza (‘disforia’ es antónimo de euforia) que dicen invade al macho de las distintas especies animales, Homo sapiens incluidos, después de consumar el acto sexual.

Este sentido literal trasciende a la expresión figurada de carácter genérico en un aforismo, ya antiguo, que reza: “Tras el gusto se sigue la tristeza”. Como aparece en un título cervantino ( Las dos doncellas): “-Ahora digo, hermano y señor mío, que la suma alegría que he recibido en veros no puede traer menos descuento que un pesar grandísimo; pues se dice que tras el gusto se sigue la tristeza; pero yo daré por bien empleada cualquiera que me viniere, a trueco de haber gustado del contento de veros”.

Así, pues, el dicho: “después del gusto viene el disgusto” puede funcionar como advertencia conclusiva con carácter aleccionante; pero la mayoría de las veces, en realidad, trata más bien de censurar el desliz cometido. Un uso propio y característico puede darse en la situación en la que los novios, habiendo consumado una relación prematrimonial “arriesgada” o sin tomar las debidas precauciones, trae como consecuencia el embarazo de la joven. Cuando el estado de gracia se hace ya evidente, y el novio se lamenta de lo sucedido por las involuntarias consecuencias, se le suele recriminar: “Después del gusto viene el disgusto, amigo”. Dicho de un modo vituperante, que puede resultar bastante jeringón dado el panorama que se presenta; pues lo último que espera el “infractor” es que le echen en cara el desliz y las “fatales” consecuencias del disfrute, cuando se sabe que estas cosas se deben a la falta cálculo y prevención achacable a la inexperiencia o a la turbación propia que se desata en el momento.