Barriguita llena, corazón contento

CANARISMOS

Barriguita llena, corazón contento

Luis Rivero 26.05.2018 | Suplemento Cultura La Provincia/DLP

Este dicho de contenido aforístico es -en sus distintas variantes- de uso general en los diversos dominios del español en el mundo. En las islas forma parte de las expresiones domésticas con las que nuestras madres y abuelas culminaban cualquier comida familiar en una suerte de bendición profana con la que sacralizaban el acto.

“Barriguita llena, corazón contento” nos reporta a un axioma elemental que tiene su fundamento en el orden de prelación de las necesidades humanas que -como es sabido- sitúa en la base de la pirámide las que se consideran primordiales para la vida: respirar, beber y comer.

La expresión se articula en una oración nominal en la que se identifican dos partes que hacen referencia a dos órganos corporales que desarrollan funciones fisiológicas específicas: estómago y corazón; cada uno de los cuales se complementa con un adjetivo relacionado: lleno/contento que expresan saciedad, abundancia/buen humor, bienestar?

La creencia popular que relaciona a través de expresiones que recurren a las metáforas de órganos físicos o corporales o funciones fisiológica, para definir determinadas emociones, sentimientos, afectos, sensaciones anímicas o facultades intelectuales tiene su base en la teoría humoral del galenismo. Entiéndase ‘humor’ en el sentido de estado anímico o afectivo de un individuo, ya se trate de un rasco comportamental de carácter permanente o coyuntural.

Esta idea ha cristalizado en una serie de locuciones en nuestra lengua que son prueba de la permanencia de esta creencia o tradición. En el español -en general- existen una serie de expresiones asociadas al estómago (panza, tripa, barriga?) que identifican este órgano como sede de las emociones. “Hacer de tripas corazón” se usa habitualmente -también en Canarias- para expresar la actitud de alguien que se esfuerza en disimular una situación de miedo o temor, o para sobreponerse a la adversidad. Por su parte, la exclamación “¡hay que tener estómago!” expresa la falta de escrúpulos para acometer algo que causa repugnancia o estupor a los ojos de los demás.

Mientras que el corazón suele identificarse con la sede de los sentimientos, generalmente referido a los buenos sentimientos o sentimientos amorosos. Así por ejemplo cuando se dice en sentido figurado que una persona tiene “un buen corazón” no es para señalar una regular y sana actividad cardiaca, sino para hacer notar que se trata de alguien lleno de buenos sentimientos. O cuando decimos de alguien que tiene “el corazón roto” para advertir que padece o ha sufrido una fuerte herida emocional. Existen multitud de voces en castellano que redundan en el mismo sentido, así los términos: ‘cordial’, ‘cordialidad’ o por el contrario, ‘discordia’. Todos estos tienen su raíz en la voz latina cor, cordis, ‘corazón’. Una persona cordial es alguien afectuoso, de corazón; mientras la cordialidad indica la cualidad de cordial, de afecto, por el contrario, la discordia revela la ruptura de la paz y armonía en las relaciones para expresar desavenencia, desafecto, contrariedad…

Más allá de las razones hemodinámicas que acaso puedan explicar desde el punto de vista de la neurofisiología la relación entre el proceso digestivo y la sensación de bienestar, la máxima asevera con singular elocución que saciado el apetito, y satisfechas por tanto la necesidad de ingestión alimenticia a reclamo del organismo, el individuo -malas digestiones aparte- se siente de sólito complacido y feliz.

Son diversos los dichos similares en la tradición paremióloga castellana antigua. Entre otros aquel que localizamos en varias ocasiones en el Quijote y que reza: “Todos los duelos con pan son buenos” (en alguna variante se usa el “menos” en lugar de “buenos”), para proclamar que las situaciones de dolor o aflicción son más llevaderas cuando se afrontan con el estómago lleno. Y es que “tripas llevan corazón, que no corazón tripas” que es otro modo del saber antiguo que muestra la relación de subordinación que tiene una cosa con la otra, y que no deben desatenderse las necesidades prioritarias.