Hay que echarle de comer aparte

CANARISMOS

Hay que echarle de comer aparte

Luis Rivero 02.06.2018 | Suplemente de Cultura de La Provincia/DLP

La expresión en castellano “hay que darle de comer aparte” -de etimología imprecisa- parece haberse acomodado en el español de Canarias adoptando una variante y un matiz significante peculiar. Se trata de una de esas expresiones populares que recurre a una especie de eufemismo para precisar una actitud negativa determinante como definidora del mal carácter de un individuo. “A ese hay que echarle de comer aparte”. En ella se recurre a la locución verbal “echar de comer” que en el español de Canarias -al menos- viene a definir el acto de alimentar a las bestias y animales domésticos en general. “Se echa de comer” a los animales, mientras que a las personas “se les da de comer” o “se les pone de comer”. Esta diferencia en el uso de distintos verbos o locuciones verbales específicas para identificar la acción de ofrecer alimento a personas o animales es común a varias lenguas.

Las metáforas de animales y comparaciones con objetos y utensilios del imaginario rural parece ser una característica en las lenguas románicas. Esta tendencia a las metáforas y a la “animalización” de las personas a través de expresiones que tratan de definir comportamientos, tipologías de individuos o características determinantes de estos resulta un recurso usual en el español hablado en Canarias, aunque no exclusivo de este. Las construcciones que recurren a la “animalidad” para fijar un determinado concepto sobre la base de una serie de rasgos típicos del modelo referencia pueden sugerir una especie relación “totémica” que trata de expresar por emulación el elemento característico. En esta suerte de “fabulación” de dichos y expresiones se extrapolan gestos, aspectos y actitudes propias de los animales como elementos definitorios del comportamiento humano individual o grupal.

Se recurre así, de sólito, a locuciones verbales comparativas que reseñan una peculiaridad o atributo definitorio al que se asocia el animal en cuestión en el imaginario popular. En las islas podemos escuchar expresiones tales como: “comer como un cochino” para definir el apetito voraz de un individuo y la falta de refinamiento o modales en este acto; “estar gordo como una tonina” para referirse a una persona extremadamente obesa [la tonina es una especie de delfín común en las aguas canarias, y figuradamente ha pasado a ser sinónimo de persona muy gruesa]; “estar armado como un burro”, frase que haciendo referencia a la especial lozanía de la que tiene fama este animal, se sugiere cuando el varón da muestras de especial vigor sexual; “ser más puta que las gallinas” que juzga -siempre sobre la base de parámetros “androcráticos” presentes en el idiolecto de referencia- la actitud “fácil” o “ligera” de la hembra con especial predisposición a mantener relaciones sexuales “abiertas”, por así decirlo; “estar caliente como un macho” que se dice de alguien que está enfurecido o colérico, parangonándolo a las malas pulgas que se le atribuyen al macho cabrío; la frase “estar flaco como un podenco” se usa para definir la excesiva delgadez de una persona; o “estar enguirrado” para referirse a alguien cuando está engurruñado, encogido, flaco, menudo o bajo de tono por el frío o por una enfermedad. Ciertas actitudes de las mencionadas han cristalizado por asimilación en un verbo que define el rasgo determinante del animal modelo de referencia. Son ejemplos los términos: “encabronarse” para referirse al acto de enojarse o enfadarse aireadamente; “encochinarse”, estar muy enfadado hasta el punto de mostrarse intratable; o “amularse” para significar el enfado y obstinación solapadas, generalmente guardando silencio en actitud de recelo.

Algunas de estos verbos de comportamiento animal asimilado ayudan a precisar el significado de la expresión “a ese hay que echarle de comer aparte”, pues en cierto modo definen rasgos o actitudes de quien resulta intratable por estar normalmente encochinado, o por su carácter y modales particularmente rudos, poco sociable y nada educado, o acaso propio de la persona hosca, arisca y poco fiable. A veces se escucha: “¿Eso? ¡Eso es un animalito!” (en ocasiones se usa la forma neutra del pronombre, lo que hace que el sujeto reste en la indefinición, como si fuera una cosa)… “A ese hay que echarle de comer aparte”, que es lo mismo que decir que es una auténtico “animal” -metafóricamente hablando- que no sabe comportarse, que es intratable o no es de fiar, porque se puede “revirar” en cualquier momento.