Saber de qué pata cojea alguien

 Suplemento de Cultura de La Provincia/DLP

Saber de qué pata cojea alguien

 

Este modismo usual en Canarias se escucha en una versión que difiere de la más común en castellano y que el Diccionario recoge como: «saber de qué pie cojea alguien». En las islas se suele decir «de qué pata cojea», en lo que parece una referencia implícita al reino animal, si no una «animalización» del sujeto al que se refiere. Lo que acentúa la mala reputación o condición que se predica de él. En ocasiones se añade en tono burlón o despectivo una referencia «al pájaro»: «(ya) se sabe de qué pata cojea el pájaro». Se expresa así –como algo sabido– que se trata además de alguien astuto, cuico. Viene a colación una expresión que reza: «ese es un pájaro pinto», que quiere decir taimado, que es un espabilado que se las sabe todas o «es más listo que el hambre» o que se trata de un pillastre.

La frase («saber de qué pata cojea alguien») generalmente funciona como locución verbal para significar que ya se conocen sobradamente los vicios o defectos morales de los que adolece una persona. 

La cojera aparece así como metáfora de vicio o defecto, inconveniente, carencia, falta, insuficiencia o anomalía.

La expresión –quizás sin quererlo– posee un vasto contenido simbólico. En la simbología antigua el pie se presenta con una significación ambivalente: por una parte se concibe como miembro fundamental y soporte del cuerpo, mientras que por otro lado se afirma –por la misma razón que permite al hombre la posición erecta– que los pies son símbolo del alma. Tal concepción tiene su sustento en las leyendas mitológicas de la Antigua Grecia, en las cuales la cojera suele significar una deformación del ánima. Así por ejemplo, en la mitología griega, el theós Hefesto –dios del fuego y de la metalurgia (Vulcano para los romanos)– era cojo. Su cojera era para los antiguos simbolistas señal de debilidad o deformidad de su alma. Como mismo bastones, muletas o patas de palo son a menudo símbolo de un soporte visible, ya sea moral o incluso económico o de cualquier otro tipo. Con frecuencia, en distintas tradiciones, tales «soportes» aparecen como un sostén inmoral, oculto o vergonzante al que se asemeja la enfermedad o la mutilación como defecto espiritual incurable. Recuérdese que la literatura y las leyendas están llenas de  personajes malévolos, siniestros, bellacos, ladrones, piratas… que muchas veces arrastran una cojera simbólica. [Quizás como mismo, en tiempos relativamente recientes, los medios contribuyeron a crear un icono perverso en la imagen del cojo manteca, que el lector recordará].

Así pues, «saber de qué pata cojea (alguien o el pájaro)» es conocer sobradamente los defectos morales que pesan sobre una persona. Con esta locución ponemos en sobre aviso a nuestro interlocutor sobre la reputación de un determinado individuo o confirmamos el resultado de una acción esperable ante la catadura moral del sujeto en cuestión.