De tal palo, tal astilla

De tal palo, tal astilla

Luis Rivero. Suplemento Cultura La Provincia /DLP

El comportamiento del hombre, al igual que el de otros animales que poseen cierta organización grupal, viene determinado en gran medida por la herencia genética. Esta se transmite a través del material genético existente en las células y comprende características anatómicas, fisiológicas, capacidades emocionales y cognitivas conformadas por nuestro ADN. Es  esta en última instancia la idea clave que subyace en este dicho: «el modo de ser»  –por así decirlo– se transmite  de padres a hijos en forma de herencia genética.

 

El dicho, pues, viene a significar que la mayor parte de las cualidades, características y comportamientos presentes en un individuo son adquiridas de sus progenitores o del entorno familiar. Y más específicamente son heredadas genéticamente, aprendidas o asimiladas por imitación (sobre todo, en este último caso, cuando se trata de actitudes o comportamientos).

La voz «palo» (madera) no parece casual si consideramos que la metonimia nos reporta, aun subliminalmente, a la idea de árbol como arquetipo de árbol genealógico y por ende, de parentela genética. El árbol genealógico se representa gráficamente en forma de árbol propiamente dicho o bien de «tabla» (otro tropo subliminal que porta a la misma idea de madera, palo, astilla…). El «árbol del saber» o «árbol de la vida» aparece como idea primaria que puede relacionarse con el código genético.

La «astilla» es una muestra representativa de la madera de la que se extrae. Una porción del todo que –cual célula madre– guarda idénticas características y presenta las mismas propiedades que su matriz.

A título de curiosidad, recurriendo al «metalenguaje» del «mito» creacionista de la tradición judeocristiana, nos encontramos con lo que pudiera ser otra coincidencia significativa: cuando se describe en el Génesis el jardín del Edén, se habla –según la tradición–  del «árbol de la vida». En el texto original hebreo se denomina etz que tiene un valor polisémico y significa no solo ‘árbol’, sino también ‘madera’, en el sentido específico de material de construcción. Lo que figuradamente nos trae la imagen del «árbol de la vida»  como algún tipo de elemento de construcción o elaboración de vida…

 

Los usos de la expresión «de tal palo, tal astilla» pueden tener un sentido positivo como halago o alabanza de alguien por una actitud loable y destacada (en estos casos a veces se expresa con valor similar: «de casta le viene al galgo»),  o un sentido negativo cuando se juzga la actuación de un vástago como si se reprochase al propio progenitor del que parece ser una réplica.

«De tal palo, tal astilla» es una frase proverbial que aunque muy usada en las islas, no obstante, no es propia ni exclusiva del repertorio aforístico canario. En sus distintas variantes su uso es frecuente tanto en España, como en el Archipiélago y en América.

 

Con igual o similar significado y –esta sí– de uso más propio del español de Canarias y América, nos encontramos con esta otra expresión que dice: «hijo de gato caza ratones» (que igualmente obedece a muy variadas versiones). Con soporte en la misma «idea-fuerza» de la herencia genética, se recurre en este caso, como es habitual, a «elementos» del imaginario doméstico (gatos/ratones) para significar cuan grande es la influencia que ejercitan los padres sobre sus hijos a la hora de conformar el propio carácter, dar ejemplos a seguir y en sus hábitos de comportamiento. Se hace referencia básicamente a la observación/emulación  como criterios de aprendizaje/comportamiento. Lo que se resume  en una  explicación usual: los niños imitan lo que ven hacer a sus padres. Que en definitiva es lo que la moderna ciencia atribuye a la función de las llamadas neuronas espejo presentes en el cerebro de humanos y animales. Que es lo que explica la razón por la cual el «hijo de gato caza ratones».