¡Amigos que fuimos!

¡Amigos que fuimos!

Luis Rivero. Suplemento de Cultura La Provincia/DLP

Este modismo isleño se suele entonar con cierta ironía –a veces con deje socarrón– para referirse a una amistad perdida, o cuando una persona, a la que se le tenía en estima o aprecio, acaba por alejarse de nosotros. Se refiere, pues, a una ‘conocencia’, es decir, una amistad o relación social de cierta importancia o a la que otorgamos un especial afecto. En este sentido, a veces el tono puede resultar melindroso, y hasta  quejumbroso, denotando cierta aflicción por la pérdida, aunque no se quiera hace ver del todo, solapándolo con retintín.

Abundan los dichos aforísticos referidos a la amistad, tanto en el refranero popular español que comprende el mundo hispanohablante en general, como en nuestro acervo insular.

La expresión comentada se sitúa en un contexto en el que dos personas que se frecuentaban a menudo, de repente, por algún malentendido o incomprensión entre ellas, se alejan y se enfría la relación hasta tal punto que a veces se acaba por crear rencor y hasta enemistarse. Entonces el observador suele expresar con sorpresa: «¡pero si comían en el mismo plato!» o  «¡comían y dormían juntas!», para enfatizar con ello que se llevaban extraordinariamente bien y no parecía que pudiera acabar así. 

El propio refranero popular canario explica las propias vicisitudes y riesgos por las que puede atravesar una amistad. Con un claro carácter admonitorio se advierten toda una serie de situaciones y actitudes que suelen ser causa de ruptura o enemistad. Ya sean los asuntos de dinero, como reza este dicho que se escucha en algunas islas:  «si al amigo no quieres perder, negocios con él no has de tener» (o negocios no hagas con él), que prevé que la mejor manera de conservar una amistad es no meterse en asuntos de negocios con ella, pues las cosas de dinero suelen ser causa de discordia entre amigos e incluso entre hermanos. No faltan las paremias que señalan que las dificultades se encargan de poner al descubierto  los verdaderos amigos («En la mucha necesidad, se conoce al amigo de verdad»); o de exaltar el valor de la amistad por lo poco común e inestimable («un amigo verdadero no se paga con dinero»); o los que alertan de las falsas amistadas: «con queso y con vino, se habla de amigos» que advierte la actitud mezquina e interesada de los «amigos»: cuando hay ‘entullo’, hay amigos; o los riesgos que se corren cuando se invade la esfera de la intimidad, inmiscuyéndose en asuntos de casa. Pero muy particularmente cuando se cae en excesos, como señala este otro refrán que, con sentido escatológico trata de reflejar con crudeza una situación a veces común: «todas las raleras dan cagalera». La ‘ralera’ puede ser una mezcla de leche con gofio poco espesa, es decir, más bien fluida, pero también se relaciona con el verbo ‘enralarse’ que se usa para referir un comportamiento relajado, sin guardar las formas en el trato social. Es sinónimo de ‘zafarse’: desatarse, liberarse, en sentido metafórico, no guardar las formas o propasarse; o también puede tener un sentido similar a:  «echarse fuera (d)el plato» o «mearse fuera (d)el tiesto», «pasarse de la raya» o, simplemente, «pasarse», ya sea por mantener un comportamiento poco decoroso o por excederse en confianzas. Así, pues, este modismo con vocación aforística, recurriendo a una metáfora escatológica, viene a decir que todos los excesos, en particular en las relaciones de amistad o de familiaridad, suelen acabar mal. Equivale al dicho castellano: «donde hay confianza, da asco» o «la confianza da asco» que viene a censurar igualmente el abuso de confianza que lleva a un comportamiento inadecuado.  De modo que frente a esto,  siempre es bueno estar a bien con todos y cultivar la verdadera amistad, a fin de cuentas: «hay que tener amigos hasta en el infierno», porque nunca se sabe…