Santa Lucía, menguan las noches y crecen los días

Santa Lucía, menguan las noches y crecen los días

Luis Rivero. Suplemento de Cultura La Provincia/DLP, sábado 8 dic. 2018.//

Este viejo aforismo presente en Canarias que pronostica un acontecer astronómico característico del solsticio de invierno tiene presencia en todo el mundo de tradición cristiana desde antiguo. Sin embargo las diversas versiones existentes del mismo dicho pueden interpretarse como distintos modos de previsiones que tienen como referencia el 13 de diciembre, día de Santa Lucía. Pueden agruparse hasta tres tipos de refranes. A saber, un grupo de dichos que podríamos denominar ”presolsticiales”, es decir, aquellos que se refieren al día de esta santa mártir en fechas previas al solsticio hiemal, cuando se produce un progresivo acortamiento de los días hasta el 21/22 de diciembre de nuestro calendario, que fija convencionalmente el solsticio de invierno, («Santa Lucía, crecen las noches, menguan los días»). Otro grupo de paremias que presuponen la fecha del 13 de diciembre coincidente con el solsticio de invierno.  Es decir, cuando acontece la noche más larga del año y el día más corto en horas de luz. («Por Santa Lucía, la más larga noche y el más corto día»). Fecha a partir de la cual, los días comienzan a alargarse en detrimento de las noches: «Santa Lucía (Pascuas en doce días), menguan las noches y crecen los días», y que representa –en un tercer grupo– el periodo ”postsolsticial” hasta el advenimiento del solsticio vernal, en que ocurre exactamente lo contrario: el día más largo del año y la noche más corta.

Esta diversidad de criterios en los dichos –incluso contradictorios entre sí–genera en cierto modo gran confusión que puede atribuirse a priori a una transmisión errónea en su uso por parte del hablante. Y nos viene a la  mente aquel dicho sobre refranes que afirma que no hay refrán que no sea verdadero («refrán viejo nunca miente»). Cabría preguntarse aquí: ¿es realmente así?

Podríamos decir que el refrán no miente, pero engaña. Me explico.

Como es sabido el solsticio de invierno se produce entre los días 20 y 23 de diciembre, en el hemisferio norte o boreal. Y se manifiesta en la reversión de la tendencia al alargamiento de la duración de las noches y al acortamiento de las horas diurnas.

Para entender las diversas versiones que pregonan presupuestos distintos sobre el día de Santa Lucía debemos remontarnos a su historia y a la historia de los calendarios que han regulado el pasar de los días en el Occidente cristiano en los últimos dos mil años.

Según la tradición, Lucía de Siracusa fue martirizada en el año 304 d. C., durante la persecución del emperador Diocleciano. En aquel momento estaba en vigor el calendario juliano, es decir, el instaurado por el emperador Julio César en el año 45 a. C. y que tenía 365 días, con un desfase de algunas horas cada año. Este desfase, con el andar del tiempo, acumulaba días de diferencia con respecto al año solar, es decir, el marcado por las estaciones y el suceder de los solsticios y equinoccios. De modo tal que el solsticio de hiemal en el año de la entrada en vigor del calendario tenía lugar el 30 de diciembre. Pero debido a la diferencia entre el año solar y el año civil, el solsticio se adelantaba tres días cada cuatro siglos. Este progresivo desfase fue el motivo que llevó al papa Gregorio XIII en el año 1582 a modificar el calendario juliano para corregir la diferencia acumulaba que era ya 10 días y así fue sustituido por el actual calendario (gregoriano) por el que nos regimos. Para hacernos una idea, el solsticio de invierno durante el papado de Gregorio XIII caía el 11 de diciembre, debido al desfase del calendario juliano. Esto aproxima, cuando no hace coincidir en determinados momentos, el día señalado en el santoral cristiano a esta santa mártir (13 de diciembre, Santa Lucía) con el solsticio de invierno. Esta diferencia en el computo efectuado sobre la base del calendario juliano –en lugar de las fases del año solar–  es lo que explica que uno de los dichos que se escuchan en Canarias y en toda la tradición cristiana desde antiguo:  «Santa Lucía, menguan las noches y crecen los días», para anunciar el inicio del invierno.

Así pues, la explicación de que ciertos refranes asociados al día de Santa Lucía hagan coincidir esta onomástica con el solsticio de invierno y otros no, hay que atribuirla, no a un error del refranero, sino a una tradición que se remonta con anterioridad al siglo XIV en el que se dio, por algún tiempo, tal coincidencia (que hoy, acaso, puede crear confusión o al menos curiosidad en el oyente perspicaz). Con posterioridad, no obstante el desfase y que el día de Santa Lucía dejaría de coincidir con el paso solsticial de la Tierra entorno al astro rey, la máxima continuó repitiéndose. Pues se había asentado de tal modo en la memoria colectiva que el vulgo no lo supo corregir, por inercia, por respeto o por fe –quién sabe– en el dicho que dice: «refrán viejo nunca miente».