Dios los cría y el diablo los junta

Luis Rivero. en suplemento CULTURA diario La Provincia/DLP

El lector seguramente habrá escuchado esta versión, más propia del español de Canarias y de América, de lo que es un aforismo universal. Frente al «Dios los cría y ellos se juntan», que es como viene registrado por diversos autores como uso  en el refranero popular español, el «Dios los cría y el diablo los junta» parece ser la forma más asentada en las islas (y en América), donde existen algunas variantes del mismo: «Dios los cría y Barrabás los junta» o «Dios los crea y […]». El dicho alude con ironía a las personas de idéntica condición o carácter que tienden a juntarse entre ellas como si obedecieran a una llamada o inclinación natural. Tiene una connotación marcadamente negativa al referirse a gente de mala conducta o de no muy buena reputación. Y así puede entenderse la introducción en la paremia de la figura del «diablo» como antagonista de «Dios».

         Conforme a la propia moral religiosa puede parecer contradictorio con la omnipotencia divina que aquellos «hijos de Dios» por él «criados» acaben en manos de quien según esa misma doctrina encarna el mal por antonomasia. Hay que advertir sin embargo que el verbo «criar» guarda un significado arcaico que difiere del comúnmente utilizado. De sólito se identifica «criar» con ‘nutrir’ o ‘alimentar’ (la madre al niño), ‘crecer’, ‘desarrollar(se)’, ‘cuidar’ y, en sentido más amplio, ‘instruir’ o ‘educar’. En definitiva, sentar las bases de la persona humana en el niño desde su nacimiento y a lo largo de todo su desarrollo hasta alcanzar la edad adulta. Si así se entendiera, implicaría un estrepitoso fracaso del Omnisciente como «padre» y «educador», pues el resultado de la «crianza» acabaría en manos del «maligno». El verbo «criar» tiene aquí el significado que le confiere la propia etimología: del latín creare. Y es esta una de las acepciones –poco usual– que contempla el Diccionario: ‘Dicho de Dios: dar ser a algo que antes no existía’ («Dios crio el mundo de la nada», v. gr.). El verbo «criar» significa, pues, ‘crear’, y de ahí que en ocasiones pueda escucharse la versión: «Dios los crea y el diablo los junta», más acorde con la significación usual del verbo en cuestión. En consecuencia con este significado se expresa el mismo aforismo en otras lenguas romance: «Dio li fa e poi li accoppia» o «Deus os fez, Deus os juntou».

            La presencia de Dios en el refranero es un hecho constatado y recurrente. Fruto de la influencia cultural religiosa que de algún modo continua operando como automatismo (ideológico) subliminal y adoctrinante. Sin embargo, menos frecuentes son los refranes que confrontan a Dios con el demonio. Recuérdese, por ejemplo, aquel que dice: «A quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos» o aquel otro que recomienda: «Encender una vela a Dios y otra al diablo». 

         La escasa presencia de este antagonismo en el refranero resulta coherente con una hipotética elaboración teórica que justifique la figura del mal. De hecho, el vocablo «demonio» es casi inexistente en el Antiguo Testamento (donde aparece una sola vez: Deuteronomio 32) y ninguna en la versión hebraica de la Biblia. Ello se explica por la filología por un «error» en la traslación. El término «satán», en hebreo, en realidad significa ‘adversario’. Y se usaba para indicar una función asumida pro tempore por distintos individuos: la función del acusador, es decir, a la sazón, una suerte de ministerio fiscal que actuaba como antagonista. Nada que ver, pues, con las supuestas entidades demoniacas que son de más reciente «creación» por la teología cristiana que ha terminado por adoptarlo como «rival» perpetuo del Dios monoteísta. Una especie de chivo expiatorio al cual responsabilizar de todos los males de este mundo, es decir, dicho «en cristiano», alguien a quien «pegarle el parche». [Nótese que la expresión «chivo expiatorio» se refería antiguamente al macho cabrío que el sumo sacerdote sacrificaba para expiar los pecados de los israelitas]. No parece causal que una de las representaciones iconográficas más comunes en la tradición demonológica sea la del macho cabrío («chivo», como se le llama en gran parte de América y en algunas islas). 

         En fin, todo esto entraña este dicho que viene a significar en resumidas cuentas que todos nacemos –somos creados o criados– de la misma manera (del vientre materno), pero no se sabe por qué «arte del demonio» las personas ruines acaban juntándose, y la mayor parte de las veces para tramar alguna fechoría. Como si mismo «se juntaran el hambre con las ganas de comer».