En una torna no se pueden coger papas

Luis Rivero 25.05.2019 Suplemento Cultura La Provincia

Entre la abundante fraseología aforística dispersa en nuestro entorno lingüístico, nos encontramos con esta ocurrencia –quizás poco conocida– con inspiración en el mundo rural. El dicho funciona como sentencia frente a quien da muestras de una escasa capacidad intelectual (por no decir que es un “tronco” o un “tolete”). Equivale a decir aquello de “donde no hay, no hay” o a la conocida expresión castellana: “no le pidas peras al olmo”. Genéricamente se usa cuando se pretende algo que resulta muy difícil, si no imposible. 

Su uso más común se daría cuando se desencadena una situación en la que se ponen en evidencia las escasas luces del sujeto que la protagoniza. Con aire de resignación se exclama la consabida conclusión que da por cierta la imposibilidad: “En una torna no se pueden coger papas”. 

Se recurre a una metáfora propia del idiolecto de referencia, el mundo rural,  que parangonaría una situación inverosímil cuál es la probabilidad de que puedan cosecharse papas en una torna con la capacidad de entendimiento en un sujeto de inteligencia limitada. Una “torna”,  en el español de Canarias, se refiere  a la tabla o plancha de hierro, latón o mortero que se coloca en una acequia o “atarjea” para cerrar el paso del agua en la boca de riego o a un “macho” (de riego). La acequia o “atarjea” suele estar fabricada en argamasa, pero también puede estar excavada en el terreno. 

Las tornas se usan también para cerrar las bocas de salida del agua de  las “cantoneras” (o “troneras”) que en el sistema de riego establecido en las heredades de aguas son pequeños depósitos para recibir el agua del estaque principal alimentado del caudal proveniente del pozo, mina o galería y distribuirla a través de diversas salidas o bocas a los herederos y regantes según la dula que les corresponda. Las tornas suelen reforzarse con trapos, tiras de plataneras, limo o lodo para evitar filtraciones y pérdidas de agua. Así las cosas, no obstante recibir un abundante caudal, la torna no es lugar fecundo donde crezcan ni se puedan recogerse papas. 

La metáfora nos sugiere la imagen de la infertilidad de sembrar en lugar que no es propicio para ello.  No obstante la abundancia de agua de riego (implícita en la expresión), si el lugar no es el adecuado  o el  terreno no está abonado, la semilla se malogra y resulta improductiva en terreno baldío. Como inútil puede resultar cualquier intento de dar una explicación y esperar entendimiento de quien carece de él o exigir prestaciones determinadas a un incapaz. Es como si nuestros esfuerzos “cayeran en saco roto”. 

En sentido genérico, como hemos apuntado, el dicho podría usarse para manifestar la idea de pretender algo absurdo, poco verosímil o imposible como: «pedir peras al olmo». Vieja expresión aforística que –aunque cuenta con registros anteriores– viene ciada en varias ocasiones en el Quijote. La pera resulta ser en el refranero popular español una fruta preciada, mientras que exigir este fruto al olmo resulta un despropósito. Así el dicho se usa tradicionalmente y desde antiguo para señalar que no se deben pedir imposibles, pero también para excusar o reconocer las propias limitaciones, como lo hace el mismo Sancho: «–Ya lo querría ver […], pero pensar que tengo de subir en él, ni en la silla ni en las ancas, es pedir peras al olmo» (Q, II-XL).