Otros modos de hablar con números (III)

Luis Rivero, en suplemento de Cultura de La Provincia/DLP , sábado 30 septiembre 2019.

Entre las «expresiones numéricas» usuales  del español de Canarias, se registran algunas en las  que el numeral se introduce para evidenciar exageración. Es el caso de: «hace una ventolera/o un frío de mil demonios», hipérbole usada sobre todo al referirse a fenómenos atmosféricos adversos o de características excepcionales, y en ocasiones para cualquier otro suceso fuera de lo común (“un follón o un lío de mil demonios”). 

Otro “numeral” que subraya exageradamente lo que se quiere transmitir es “(llegar) a las mil y quinientas” (referido a la hora). Se usa  cuando alguien llega o va a llegar tarde a una cita, a una reunión de amigos o al regresar a casa. Donde la exageración lleva una carga de ironía para reprochar la impuntualidad excesiva o la informalidad del sujeto. 

Por su parte, entre los “modismos de última generación” en Canarias –aunque no está claro su origen–  localizamos esta expresión hiperbólica que se usa sobre todo en ambientes juveniles:  «¡del quince!». Si bien su significado puede variar según las circunstancias en que se use, la expresión opera generalmente a modo de superlativo para resaltar una cualidad positiva del objeto o situación de referencia. Así que cuando se dice que algo «está del quince» quiere decirse que está muy bien, que es excelente, o que está «de pinga» (americanismo este procedente probablemente de Cuba, que aludiendo al órgano sexual masculino se utiliza en Canarias –al igual que en  Cuba y Venezuela– para exclamar que algo está muy bien, que es excelente).

El sentido de «está del quince», en su origen, pudiera obedecer a una metáfora  sobre las calificaciones escolares, tradicionalmente calculadas en una escala del 0 al 10. “Estar del quince” podría querer decir salirse de la calificación (“está que se sale”), para referirse a algo excepcional, fuera de lo normal. Más allá de la hipótesis sobre su origen, lo que sí parece claro es que no guarde relación con aquella otra locución, hoy en desuso, que dice: «¡Echame un quince!» o «¡ponme un quince de ron». Se trata este de un registro usado para nombrar una copa grande de ron que otrora costaba 15 céntimos. Teniendo aquí el numeral una función cuantificadora o de unidad de medida (similar a la expresión “echarnos unas perras de vino”, para nombrar unas copas de vino en base a los céntimos de peseta, “perras”, que costaban antaño). El numeral “quince”, además de expresar un “tanganazo” de ron, comprende otros usos en el español de Canarias. Por ejemplo: “haber tenido sus quince”, frase usada en las islas para evocar los encantos que una persona (normalmente una mujer agraciada) tuvo en su ​juventud. 

Otra expresión “numeral” con evidentes muestras de exageración es la que dice: «no ver tres montados en un burro». Su origen parece remontarse a principios del siglo XIX, cuando en Andalucía se llevó a cabo una campaña de prevención y cuidado de la vista entre la población rural. Ante una población en su mayoría analfabeta, los médicos hubieron de ingeniárselas para sustituir las tradicionales letras de las tablas optométricas para captar la agudeza visual por figuras del entorno con las que los campesinos estuvieran familiarizados, como por ejemplo, la silueta de un burro con una persona encima. Aunque desconocemos si existía  de verdad o es fruto de la exageración propia del habla este pueblo, lo cierto es que la figura de  tres personas a lomos de un jumento es un signo evidente, y la imposibilidad de distinguirlo sería señal de un defecto grave en la vista. De ahí parece nacer la expresión «no ver tres montados en un burro», para señalar hiperbólicamente que alguien no ve nada o muy poco; que ha llegado hasta nuestros días y que no obstante su origen, se ha adaptado de manera natural a la singularidad del habla isleña.