Molino parado no paga la maquila

‘Maquila’ es un arcaísmo castellano de origen árabe (makíla,  de la raíz k-y-l: ‘medir’, ‘cosa medida’). Se refiere a la porción de grano molido con la que se queda el molinero en pago de su trabajo (DRAE: ‘porción de grano, harina o aceite que corresponde al molinero por la molienda’, en el español de Canarias hace referencia generalmente al gofio). Eldicho“molino parado no paga la maquila” viene a decir en sentido figurado que la inactividad nunca produce beneficios. Es sinónima de aquellas otras que dicen: “molino parado no muele gofio” o “barco varado no gana flete” (que ya hemos comentado en estas páginas). Las dos primeras de inspiración en el mundo rural, frente a esta última que se construye sobre una alegoría de ambiente marinero o portuario.

En cuanto a la etimología del vocablo“maquila”, su origen árabe-hispánico está en consonancia con buena parte de las voces concernientes a la arquitectura (ejemplo: albañilería), ingeniería hidráulica (ej.: tarjea o atarjea: acequia) y las distintas artes y técnicas aplicadas a la industria de producción y transformación agraria (ej.: tahona o atahona: molino). Hemos citado aposta dos canarismos (tarjeaytahona) como ejemplos de vocablos que confrecuencia se tiende a identificar, erróneamente, como indigenismos (“guanchimos”); sin embargo, como mismo sucede con la voz “maquila”, entre otras, se trata de arabismos introducidos indirectamente del castellano antiguo al español de Canarias (donde han buscado acomodo, a menudo como andalucismos o portuguesismos).  

El dicho “molino parado no paga la maquila” nos traslada a una época antigua en la que el true que era un sistema de intercambio bastante común, lo que nos sitúa en los albores de la economía monetaria, o en un estadio de ésta en los que la moneda tiene una presencia marginal. Se identifica aveces con épocas de carestía, aunque no siempre fue así.  Un ejemplo de economía de trueque puede verse en una práctica de mediados del siglo XIX en las islas, durante los años de esplendor del cultivo y exportación de la cochinilla.  Un periodo en el que el valor que alcanzó este preciado producto en los mercados europeos lo llevó a convertirse en una especie de patrón monetario. Llegándose a adoptar en ocasiones como“moneda corriente” en el comercio local. Pero hubo un tiempo en el que, recogida la cosecha de cereales (millo, cebada, trigo, etc.), se desgranaba, o se trillaba, se aventaba para después tostar y llevar el grano al molino para hacer gofio. En los años de escases, como fueron los periodos de guerra y posguerra, la insuficiencia de dinero en circulación propiciaba el intercambio igualitario subjetivo –que se diría en términos de teoría económica–del trabajo del molinero por una porción del cereal molido. Para moler el millo se recurría en un principio a los molinos a mano hasta llegar a artilugios con técnicas más sofisticada, como las tahonas atahonas [en Canarias se dice a los molinos movidos por tracción animal; en algunos lugares se le llama así al molino de mano, pronunciado a veces: tajona, e incluso se hace extensivo al molino de viento], los molinos de viento, de agua y más modernamente, los detracción mecánica, alimentados por combustible o electricidad. Las formas de pago al molinero podían ser en dinero o con las “maquilas”, que era –como hemos dicho–  la medida de gofio en compensación a la molienda. Las maquilas tenían una equivalencia en kilos, pero  variaba de un lugar a otro.

Y apropósito de ‘atahonas’ y ‘maquilas’, una expresión castellana antigua, antónima a la comentada, dice: “como mula de atahona”. Viene citada por Cervantes –entre otros autores–  en una de sus obras (El coloquio de los perros), y es un símil para significar: ‘dar vueltas ininterrumpidamente’. [Covarrubias registra atahona como el oficio u ocupación monótono, pesado y repetitivo, como la bestia del atahona que da vueltas sin parar].  Pero laexpresión aforística “molino parado no paga la maquila”, recurriendo también a elementos del imaginario rural de una época, se expresa como sentencia en la que, indirectamente, alude y elogia la diligencia y el trabajo del hombre del campo, frente a la pasividad y la pereza.