Encochinarse y otras expresiones «animalizadas» (I)

sábado 25 enero 2020… Luis Rivero en suplemento de Cultura La Provincia/DLP 

Una de las singularidades léxicas más curiosas del español de Canarias son las metáforas construidas mediante verbos y locuciones verbales para expresar características y conductas humanas  animalizándolas. Nos referimos a la formación de derivados verbales (con los prefijos en/em a) a partir del nombre de un animal, como por ejemplo: enconchinarse, emperrarse o amularse (derivaciones de los sustantivos: cochino, perro o mula). Estas construcciones  que recurren a la «animalidad» para fijar actitudes y rasgos determinantes representan en cierto modo una especie de relación «totémica» que por emulación trata de reproducir los elementos definitorios del comportamiento animal. En su origen la palabra «tótem» en lengua ojibwa tiene el sentido de relación entre personas, es por tanto un concepto de orden sociológico y relacional. Algunos de estos grupos nativos están organizados en clanes y tienen como epónimos nombres de animales que identifican al clan. Una interpretación espuria del significado es lo que llevó a J. Long, uno de los introductores del concepto en la antropología occidental, a confundir dos instituciones distintas, cuales son la división de los grupos humanos en clanes y la posesión de un espíritu tutelar, muy extendida entre los nativos de América del Norte. Y es este el significado que ha sido adoptado por la antropología en Occidente. No obstante, si atendemos al sentido originario del término que implica los conceptos «relaciones grupales» y «animales» como epónimos identitarios de las personas, no resulta del todo desatinado hablar de una suerte de «relación totémica» al definir este tipo de expresiones que recurren a un animal a partir del cual se construye una forma verbal o una expresión con la que nombrar comportamientos típicos y arquetípicos en los humanos. 

Aunque no es un rasgo exclusivo del español de Canarias, sino una figura metafórica común a las lenguas romance, en las islas abundan las metáforas «zoológicas» que en forma comparativa describen comportamientos humanos [ v.gr.: «calentarse como un macho», por citar alguna expresión ya comentada en estas páginas] amén de verbos  y locuciones verbales «animalizadas». Estas expresiones se encuadran dentro de la tendencia general a construir metáforas  a partir de elementos del imaginario rural y doméstico, entre los que destacan especialmente los animales. Frecuentemente adoptan un sentido jocoso y burlesco que en ocasiones puede llegar a rozar el escarnio. Muchas veces se pone énfasis en las comparaciones hiperbólicas para expresar o resaltar algún vicio o rasgo caracterial negativo. En tal sentido, las expresiones comparativas animalizadas buscan definir disfemísticamente la realidad, esto es, de modo peyorativo o con la intención de rebajar la categoría del sujeto al que se refieren, aunque a veces la aspereza se distienda por el tono jocoso en que se expresa.

Existe un grupo de verbos en infinitivo y participios (de pasado) que funcionan como adjetivos y que identifican algún rasgo predominante y definitorio (a veces arquetípico) del animal del que toma el nombre. Son los casos de: «encochinarse/encochinado» (de cochino) y que se refiere a una persona grosera y de malos modales, en cierto modo intratable, y por extensión significa ‘enfurecerse aireadamente’ perdiendo la compostura; «amularse/amulado» (derivado de mula) que aludiendo al carácter tozudo con el que se identifica a este ungulado («terco como una mula») define la conducta de quien se enfada y mantiene un obstinado silencio en actitud de recelo; «emperrarse/emperrado» (de perro) como el can que agarra un hueso y no lo suelta es la actitud de quien se encapricha con algo hasta coger una rabieta; «encabronarse/encabronado» (de cabrón, macho cabrío) hace referencia al carácter brioso de este animal para definir la actitud de quien se irrita y se pone furioso (de ahí la expresión «calentarse como un macho»); «embaifarse/abaifarse/abaifado» (derivado de baifo) por alusión a la actitud de las crías de la cabra de acusada dependencia de la madre y metafóricamente se dice de la persona desganada, amodorrada;  «emborregarse/aborregarse/aborregado» que hace referencia al carácter gregario de estos animales para definir el comportamiento de apego excesivo a las personas o las cosas, o a permanecer obstinadamente en una situación de la que no se obtiene provecho alguno.