Engrifarse y otras expresiones animalizadas (II)

Luis Rivero en Suplemento Cultura La Provincia/DLP sábado 1 febrero 2020

Dentro de la tendencia a la metaforización «zoológica» que representan las expresiones animalizadas, existe otro grupo de verbos que refieren actitudes y características animales y que no siempre derivan del epónimo animal al que se refieren, sino que pueden indicar gestos, posturas corporales, hábitos de comportamiento o sonidos que emiten los animales. Así por ejemplo, entre los que expresan reacciones, gestos o actitudes agresivas tenemos las voces: «engrifarse», «revirarse», «embriscarse», «emperruñarse» o «enrabiscarse». «Engrifarse» es la reacción o actitud defensiva de ciertos animales («engrifarse como un erizo/o como un gato») y que metafóricamente se dice de una persona cuando se ‘rebela’ o ‘se vuelve contra alguien’. En sentido similar se usa «revirarse» («revirarse como una morena», que de repente se puede mostrar agresiva y peligrosa) para expresar en sentido figurado el ‘cambiar improvisamente de idea o parecer’, ‘volverse en contra’ o ‘enfadarse aireadamente’. Por su parte, «embriscarse» es la actitud por la que el animal da signos de disponerse a atacar, a acometer por estar rabioso o enfadado y por extensión semántica se refiere también a las personas (los animales cuando muestran esta actitud amusgan las orejas a modo «de advertencia»); mientras que «emperruñarse» es ‘estar rabioso’, iracundo (de ‘rabia’, enfermedad de algunos animales, en particular de los perros, que hace que se muestren muy agresivos); en sentido similar «enrabiscarse» (de ‘rabisca’ y esta de ‘rabia’).

Por otra parte, se llama «amorrarse» a la actitud del animal de agachar la cabeza (el morro), y por extensión se dice de la persona que a semejanza de un animal se muestra cabizbajo, sin hablar, como si estuviera «amulado», significa ‘entristecerse’, ‘mostrarse taciturno’. Cuando se dice de alguien que está «empollinado» (de «empollinarse») se hace referencia, en sentido literal, a la postura corporal de la gallina al ‘empollar’. Por aplicación metafórica se dice de la persona cuando está encuclillada, sentada o en posición cómoda sin hacer nada, y por extensión es sinónimo de ‘gandulear’. [Indistintamente se usa con el mismo valor: «repoyinarse»]. Como mismo la postura de la gallina sugiere un comportamiento, otros verbos animalizados definen rasgos del aspecto físico. El del guirre sugiere una constitución endeble. Se usan las expresiones «enguirrarse» o «estar enguirrado» para referirse a la persona cuya presencia nos hace recordar la apariencia enjuta y lánguida de estas aves y que permanece «enguruñada», baja de tono por una enfermedad o del frío. Cuando se ve a alguien después de cierto tiempo y presenta un aspecto desmejorado, envejecido o cascado, se dice que está «acabronado» [si se trata de una mujer sin embargo se usa el participio «estropeada», que resulta más decoroso]. Para definir el aspecto de alguien que tiene la cara muy alargada se usa el participio «ahuronado» (rostro como un hurón). Y hablando de hábitos de conducta humana se dice «enchiquerarse» (de «chiquero», ‘pocilga’) para referirse a alguien que pasa mucho tiempo enclaustrado, sin salir de casa; o en sentido similar «engorarse» (de «goro» corral de piedras en forma circular para encerrar principalmente a los animales), «enratonarse» o «engallinarse» (que se dice de quien se pasa el día metido en casa como las gallinas, con pocos ánimos y sin ganas de salir). Siguiendo con los verbos animalizados que expresan conductas, «alaparse» (de lapa) es, en sentido literal, «pegarse como una lapa» que por aplicación metafórica define a una persona «pegajosa» («pegoste»), molesta y majadera hasta el punto de no apartarse de uno. Cuando alguien se acobarda se dice que está «aconejado» (de  «aconejar» derivado verbal de conejo), porque recuerda a un conejillo que huye asustado («juyó como un conejo»). Y para definir cierta conducta eufórica se dice «alpizparse» que significa entonarse con copas y mantener una conversación animada a causa de la desinhibición provocada por el alcohol. Deriva de la voz canaria «alpizpa» que es un pájaro saltarín, y figuradamente se dice del hombre o mujer de actitud vivaracha que recuerda el andar desenvuelto de este animal. En cuanto a expresiones onomatopéyicas relativas a las voces animales, se le llama «aberrear/berrear» al acto de dar «aberridos» o berridos como un becerro. Por aplicación metafórica se usa en el sentido de encolerizarse y dar gritos en señal de enfadado o, por extensión, llorar o gritar desaforadamente o cantar desentonando.