Al que le tocó, le tocó

Luis Rivero , suplemento de Cultura de La Provincia/DLP

De entre los dichos de ámbito luctuoso, traemos hoy a colación esta expresión que todavía podemos escuchar en los corrillos que se forman a las puertas de los velatorios. Es pues una de las frases propias de los duelos en las largas horas de acompañamiento a los familiares del difunto, al menos, en algunos pueblos de la geografía insular. 

Se trata de una sentencia breve que se construye sobre la base de una simple anáfora. Repetición que viene marcada por el verbo «tocar» con el significado de ser señaladopor la suerte (referido a quien resulta agraciado por el hado de la Fortuna) o por la desdicha; o bien referirse a quien corresponde por turno algo. Una de las acepciones de la voz «tocar» se usa para definir un golpe de suerte, como por ejemplo la locución:  «le tocó el gordo» (de lotería). Con este mismo significado, a veces, tiene un sentido irónico para nombrar en realidad una calamidad o desgracia. Así resulta de las expresiones:  «le tocó la negra» o «le tocó la china», para denotar mala suerte en la elección o en el azar. 

En efecto, el verbo «tocar» viene usado a menudo en el español de Canarias, al igual que en otros dominios, como parte de una locución que implica o traslada –según el contexto– el significado de “corresponder/designar”, algo similar a «ser elegido» por la suerte  o por la adversidad (y he aquí el sentido irónico). Otra acepción se refiere al derecho u ocasión de hacer algo por turno, «a quién tiene la vez», por ejemplo cuando se dice: «ahora me toca a mí», para explicar de quien es el turno. 

En sentido más trascendental se usa «le tocó» cuando a alguien «le llega suhora», esto es, cuando un sujeto expira o fenece. La expresión puede ser intercambiable por un pomposo «estaba para él», o bien puede ir acompañada del enigmático: «no somos nadie».  Esta afirmación conclusiva («no somos nadie»)  nos alongaen el vacío de la impermanencia de la vida humana, al tiempo que nos recuerda cuan ignotos son los entresijos y vicisitudes que nos depara.  «Al que le tocó, le tocó», en clave aforística de juego de azar, puede tener un sentido propio o figurado. Se escucha también en voz presente con valor de futuro: «al que le toca, le toca». Como si la decisión que pone fin a la existencia se diera al albur de una suerte de ruleta cósmica que gira y gira y, por misteriosas razones, se detiene ante aquel que el destino parece haber elegido de antemano, aunque nos reserve siempre una sorpresa como desconocedores de la lógica que lo dispone. La expresión no encierra gran contenido filosófico en sí. La propia anáfora a la que se recurre con el verbo “tocar” por toda explicación del hecho infausto al que se refiere deja prueba de su simplicidad. De manera que se podría argumentar por todo razonamiento un irrebatible: «Esto es así».

«Al que le tocó, le tocó» se usa también cuando se contrae una grave enfermedad, y se expresa al tiempo que se conoce el fatal desenlace de la misma. Pero cuando se corre mejor suerte, y quien la padece puede llegar a contarlo, entonces, con sorpresa y admiración, se suele exclamar: «¡Ños, escapó loco!» o «¡escapó de milagro!». O bien cuando se trata del propio sujeto que cuenta el trance en primera persona: «¡Chacho, escapé de milagro!».