Sacarle el cuero (a alguien)

Luis Rivero. Suplemento de Cultura de El Día/La Opinión de Tenerife y La Provincia/DLP……. 09.10.2020 |

Esta expresión que forma parte del repertorio fraseológico propiamente isleño está también presente y arraigada al otro lado del Atlántico; si bien en las islas observa un valor polisémico respecto al uso más corriente que tiene en la mayoría de los países americanos. Aunque prácticamente ha caído en desuso, se puede escuchar todavía la locución “sacar el cuero (a alguien)” con valor literal de ‘despellejarlo’ (“arrancarle/sacarle el pellejo”) y que en sentido figurado quiere decir ‘hablar mal de alguien o criticarlo con saña’. Con este registro se constata en diversos lugares de América. Sin embargo, en Canarias han tomado el relevo de esta antigua expresión otros usos sinonímicos que hoy resultan más frecuentes, como: “rajar” de alguien o “poner(lo) a caldo” que con la locución de uso general en castellano “poner (a alguien) a caer de un burro” vienen a significar lo mismo, ‘hablar mal o criticar a alguien cuando no está presente’. 

Pero sin duda el significado más genuino que conocemos de esta expresión idiomática en el español de las islas es el que hace referencia a “sacarle el cuero” (a alguien) en el sentido de ‘explotarlo de manera cruenta y abusiva’. 

La locución verbal “sacar el cuero” podría encuadrarse dentro del extenso grupo de metáforas basadas en exagerar o poner en evidencia determinados aspectos y fenómenos corporales, partes del cuerpo o relacionados con estas para expresar ideas abstractas, como por ejemplo: “Dejarse la piel”, para significar que se realiza un ‘esfuerzo titánico’; o “caerse(le) el pelo” (“¡Se te va a caer el pelo!”) que se asevera como advertencia ante una reprimenda o castigo a quien queda al descubierto por haber errado o actuado incorrectamente. 

La locución evoca seguramente en el inconsciente colectivo la imagen del látigo o “rebenque” con el que antiguamente se castigaba a los galeotes para que no cesaran de remar o para que mantuviesen un ritmo vivaz. En el universo pancanario puede sugerirnos un pasado remoto en el que los campos isleños contaban con la presencia de patrones abusadores y encargados o capataces despiadados que maltrataban y explotaban a los jornaleros en las fincas de plataneras o a los aparceros y peones agrícolas en los tomateros. La imagen del “rebenque” parece estar presente, aun subliminalmente, en la memoria colectiva y nos remite a tiempos de esclavitud. [“Rebenque” se le llama en Canarias a un ‘látigo o instrumento fabricado con un cabo de madera y una tira de cuero de animal que sirve para arrear a las bestias’]. No en vano, en la simbología antigua, el simbolismo del látigo refunde el lazo y el cetro que son signos de dominación y superioridad, y expresa a su vez la idea de castigo, si bien en la mentalidad arcaica los azotes y la flagelación pueden tener también el valor de “estímulo”. 

La voz “cuero”, por su parte, se usa en el español de Canarias para denominar a la piel de un animal muerto (con la que se puede confeccionar el rebenque), así como a la piel del animal vivo y por extensión a la del ser humano (que imaginariamente soporta los “rebencazos” o una “buena cueriada”). Por asociación de ideas, la expresión nos sugiere la imagen del “rebenque” que nos remite a la del “cuero” (‘piel’), sobre las que se construye la metáfora: “arrancar la piel a tiras”, que a su vez nos insinúa el mensaje de estar sometido a una “explotación cruel”. 

El contexto natural de uso de la expresión se relaciona obviamente con el mundo del trabajo. Así por ejemplo, cuando a alguien le preguntan o le piden referencias de un patrón o de un encargado o capataz con fama de negrero, la respuesta puede ser:

“¿Vas a trabajar con fulanito? ¡Ni se te ocurra! Ese le saca el cuero a cualquiera”.