Me tiene hablando solo

Luis Rivero en suplemento de Cultura de El Día/La Opinión de Tenerife y La Provincia/DLP sábado 30/10/2020.

Si en ocasiones somos sorprendidos o nos damos cuenta de que mientras andamos solos por la calle o realizamos cualquier tarea ordinaria en casa hilvanamos un discurso mental a media voz con nosotros mismos, se dice que uno está hablando solo. Las causas se relacionan de sólito con un estado de preocupación. El hecho puede ser a veces estigmatizado, pues hablar solo es visto como un síntoma de demencia, o simplemente puede transmitir a quien lo presencia el estado de desasosiego de un sujeto ensimismado e inmerso en sus problemas. Este es el sentido que tiene la expresión y la imagen que traslada la hipérbole “me tiene hablando solo”. Es decir, cuando alguien se siente agobiado y no encuentra solución a una dificultad, ya sea de orden familiar, laboral o de cualquier otra índole. La situación más propia en la que suele inserirse la frase es cuando se le pregunta por el particular. La respuesta casi siempre es la misma: “Chacho, me tiene hablando solo”. 

En el español de Canarias, al igual que en otros dominios de la lengua castellana, encontramos abundantes hipérboles basadas en la exageración de fenómenos corporales, órganos y sus funciones o de actividades en general relacionadas con el físico para nombrar o definir realidades abstractas. Piénsese, por ejemplo, en expresiones tan comunes como: “quedarse (alguien) mirando para el techo” que recurriendo a la metáfora de la vista y su función específica (mirar) además de significar “llevarse un chasco”, puede expresar sorpresa o pasmo; o “salir(le) humo de la cabeza (a alguien)” (o “la cabeza le echa humo”). La referencia a la cabeza como sede del cerebro y, por ende, del pensamiento, y la metafórica combustión a la que induce pensar la presencia de humo, viene a expresar con chanza el ‘sentirse atolondrado, aturdido por un esfuerzo intelectual notable o por la dificultad en la compresión’. 

Por su parte, una dimensión elemental del simbolismo anatómico de la boca es la identificación, en una suerte de tropo, del órgano con su función (ingerir alimentos y hablar) o viceversa. En la locución “quedarse (o dejar al alguien) mascando en seco” se hace referencia al verbo “mascar (en seco)” (como sinónimo de ‘masticar’) para evidenciar en sentido lato la paradoja que no se tiene nada que “chascar”, nada sustancioso que masticar. Asocia una de las funciones de la boca (triturar los alimentos para ingerirlos) para indicar que alguien “se lleva un fuerte chasco”, o lo que es lo mismo, “llevarse una montada” o un desengaño; o la expresión “calentársele el pico (a alguien)” que recurre a la fabulación o animalización de convertir la boca en “pico” para hacer referencia a cuando alguien, tras haber tomado la primera copa, se entona y se le suelta la lengua (hablar con locuacidad) hasta propasarse. En esta línea de giros o modismos situamos la frase aquí comentada. Tener a alguien hablando solo (“me tiene hablando solo”) expresa con exageración que se vive o se atraviesa una situación problemática que precipita a quien la padece en ese torbellino de ideas que se transforma en bisbiseo mental, en un soliloquio que rumia los propios pensamientos dándole vueltas al mismo problema, lo que te hace más vulnerables frente a la ansiedad y la depresión, hasta el punto de que te tiene hablando solo. Aunque a veces se use de manera desmesurada hasta la exageración y con donaire: “Chacho, me tiene hablando solo”

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