Bardo Thödol (El libro tibetano de los muertos) Notas de una lectura a la luz de la física moderna

Publicado en el suplemento de Cultura de La Provincia/DLP 12.12.2020 Luis Rivero/

            Tal como el hombre desea, así es su destino. Brihadaranyaka Upanishad

Borges nos recuerda –parafraseando a Platón–  que el maestro elige al discípulo, pero el libro no elige a sus lectores, que pueden ser malvados o estúpidos. La primera vez que calló en mis manos un ejemplar delBardo Thödol,  no fui capaz de pasar de las primeras páginas. Pasarían algunos años hasta que me abordara un impostergable deseo de retomar su lectura. Y esta es la primera de las impresiones extraídas de este enigmático libro: el Bardo Thödol se lee cuando realmente se está “dispuesto” para su lectura. El tema de la muerte y en particular de la propia muerte es generalmente rehuido y evitado en lo posible en las sociedades occidentales. Si bien la muerte es una certeza (quizá la única certeza que tenemos), a menudo nos  negamos a afrontarla, hasta llegar a convertirse en tabú. 

Platón afirma en el Timeo–en clave críptica– que “es dura tarea descubrir al hacedory padre de este universo, y, una vez descubierto, es imposible declararlo a todos los hombres”. Carl Gustav Jung, en su comentario psicológicoalLibro tibetano de los muertos, concluye de su lectura que el ”dador” de todas las cosas ”dadas” habita dentro de nosotros. Y esta es –creo– una de las claves de comprensión del Bardo Thödol: todos los fenómenos tienen su origen en la mente. Tal como pensamos, así somos y seremos, en vida y después de la muerte, pues los pensamientos son “padres” de todas las acciones. 

Desde tiempo inmemorial, vivimos, morimos y nacemos sin que tengamos memoria de ello. En este proceso cíclico, el Libro tibetano de los muertos sería –si se puede expresar así– una suerte de manual de instrucciones para difuntos y moribundos. Pretende ser una guía al más alláque abarca el periodo de existencia del bardo, descrito simbólicamente como el estado intermediode 49 días de duración que van desde la muerte al renacimiento. En la tradición tibetana el texto viene leído cerca del cuerpo yacente, susurrado al oído del difunto por un monje que actúa como psicopompo. El propósito es atraer la atención del fenecido sobre la posibilidad de liberación en todo momento y advertirle sobre la naturaleza de sus visiones. Todo ello según la firme creencia de que la consciencia es inmaterial y no desaparece con la muerte física.

Algunas enseñanzas del Bardo Thödoly su paralelismo con la física moderna

A medida que nos adentramos en la lectura del Bardo Thödol vamos constando el sentido de las palabras del físico Fritjof Capra:«Los conceptos de la física moderna muestran con frecuencia sorprendentes paralelismos con las filosofías religiosas del Lejano Oriente» (El tao de la física).Me propongo, pues, referir someramente las ideas principales contenidas en el Libro tibetano de los muertosy su analogía con algunos de los conceptos de la teoría cuántica y principios de la física moderna. Según la filosofía budista todas las condiciones, estados o reinos de existencia samsárica, cielos, infiernos o mundos de los que habla el Bardo Thödolson solo fenómenos. El samsara –que en sánscrito quiere decir ‘existencia cíclica’– es para la doctrina budista la sucesión de muertes y renacimientos a las que está abocado el individuo. En el samsara se dan seis reinos de existencia en los que se puede volver a nacer dependiendo del karma: el reino de los seres infernales, el de los espíritus ávidos, el de los animales, el de los humanos, el de los semidioses y el de los dioses.

         Todos estos fenómenos –según el Bardo Thödol–son transitorios, ilusorios o irreales. Existen solo en la mente de quien los percibe y no tienen forma externa. Se afirma además que no existen dioses, demonios, espíritus o criaturas sensibles. Todos son fenómenos que dependen de una causa: “un anhelo o sed de sensación conforme a una existencia (samsárica) inestable”. En tanto esta causa no sea superada –como decía Sócrates– “a cada nacimiento seguirá una muerte y a cada muerte un nuevo nacimiento”, y así sucesivamente hasta alcanzar la Iluminación que interrumpe la rueda del samsara

         Señala el Bardo Thödolque la existencia post mortemes una continuación de la existencia fenoménica del mundo humano, ya que la consciencia no desaparece con la muerte física. La naturaleza de la existencia entre la muerte y el renacimiento en este o en otro mundo viene determinada por las acciones precedentes, es decir, por el karma. Se trata en cierto modo de un estado prolongado de apariencia onírica, lo que podría denominarse «una cuarta dimensión del espacio» (como señalan algunos estudiosos), plagado de visiones alucinatorias que son resultado del contenido mental del perceptor. Estas pueden ser felices y de apariencia celestial, si el individuo ha acumulado un buen karma, o dolorosas y de apariencia infernal, si tiene un mal karma. [Para la teoría de la relatividad el espacio no es tridimensional ni el tiempo constituye una unidad separada. Ambos están íntimamente relacionados y forman una continuidad cuatridimensional«espacio-tiempo»].

Los descubrimientos de la teoría de la relatividad y de la física atómica (que a la postre desembocaron en la formulación de la teoría cuántica) vinieron a cambiar el panorama de la física al dar al traste con la concepción newtoniana del mundo, esto es, la noción del espacio y tiempos absolutos, las partículas sólidas elementales, la naturaleza estrictamente causal de los fenómenos físicos… 

Otra de las características del estado intermedio –según el Bardo Thödol–es que no todos los difuntos experimentan idénticas visiones o fenómenos. Cada individuo pensará según lo que se le haya enseñado. En tal sentido, los pensamientos son como semillas que germinan en la mente hasta dominar completamente el contenido mental del individuo en forma de creencias o arquetipos. En consecuencia, para un budista, un hindú, un musulmán, un hebreo o un cristiano las experiencias del bardoserán diferentes. Las formas de pensamiento de un budista o de un hindú, como en un estado onírico, alimentarán las visiones «a imagen y semejanza» de las divinidades del panteón budista o hinduista; un musulmán se recreará en las visiones del paraíso islámico descrito en el Corán; o las de un cristiano se corresponderán con el cielo, el purgatorio o el infierno. En suma, estas visiones dependen del contenido mental de cada individuo. En otras palabras, el estado post mortemes muy parecido al estado onírico, y los sueños son una réplica de la mentalidad del que sueña. Señala Evans Wentz que el Bardo Thödol parece basarse en datos de experiencias humanas fisiológicas y psicológicas, y contempla este estadio en el más allá como un problema psicofísico, y por tanto básicamente científico. Lo que el percipiente ve en el plano bárdico es su propio contenido mental. 

Desde la física cuántica se afirma que no podemos ver ni entender aquello que no está en el repertorio de nuestros pensamientos y paradigmas sobre el mundo. Dicho de otro modo, la conciencia humana emerge a un primer plano pasando de ser un mero epifenómeno psíquico a una causa determinante de la existencia de los fenómenos manifiestos. Cuando se dice que la existencia post mortemes una continuación de la existencia fenoménica surgida del mundo humano, se afirma que la experiencia bárdica está marcada por los propios arquetipos o paradigmas aprendidos durante la experiencia vital. «Tal como se enseñe a un hombre, así será lo que piense», en vida y después de la vida. Esto es lo que explica que las visiones que afirman haber experimentado los místicos cristianos sean coincidentes con la imagen del Dios Padre sentado al trono de la Nueva Jerusalén, todo el escenario bíblico o el entero imaginario: Virgen, santos, ángeles y arcángeles; como mismo un musulmán podrá presenciar la visión del paraíso, del profeta o de los ángeles; o un amerindio podrá “ver”la tierra feliz de las cacerías.  Incluso un ateísta experimentará sus particulares visiones en el bardo, según su propio “credo” y arquetipos mentales.

Por otra parte, el nacimiento en el mundo humano se hace inevitable, ya sea directamente desde el bardo o desde cualquier otro mundo (paraíso o infierno) a los que haya llevado la balanza kármica, a no ser que se alcance la Iluminación. La Iluminación se produce al captarla irrealidad de la existencia (del samsara), es decir, al comprenderque todo es una ilusión. Es posible alcanzar este estado en vida, en el momento de la muerte o durante el bardo, así como en ciertos reinos no humanos. Para dar este paso son importantes –siempre según el Bardo Thödol– la instrucción en el yoga, en el control de los procesos mentales para concentrarse en alcanzar el Recto Conocimientoy la guía de un gurú. Esta versión de los diversos “mundos o reinos” de existencia guarda una sorprendente similitud con la idea de “universos paralelos” de la física cuántica.

Otro de los conceptos fundamentales del budismo tibetano es «la conciencia de unidad de la totalidad de las cosas, llamado dharmadhatu[‘universo’]». Creer que los conceptos abstractos de «cosas» y «sucesos» separados son una realidad es pura ilusión. Esta unidad básica del universo no solo es un elemento central de la experiencia mística de los grandes maestros orientales, sino que también resulta uno de los descubrimientos de la física moderna. Si bien aparente a nivel atómico, se manifiesta con mayor rotundidad en el mundo de las partículas subatómicas. La física cuántica sostiene el concepto de interconexión de todo cuanto existe en la naturaleza. En la llamada interpretación de Copenhague, desarrollada por Bohr y Heisenberg, se demuestra con precisión de qué manera la teoría cuántica implica una interconexión esencial subyacente en toda la naturaleza. Y no solo a nivel subatómico, sino que el sistema macroscópico forma también un conjunto unificado y el concepto de «objeto separado y observado» deja de tener validez.[El Nobel de Física Erwin Schrödinger habla de entrelazamiento cuántico, un fenómeno en el que el estado de dos o más sistemas físicos depende del estado de cada unode los sistema, aun cuando estos estén espacialmente separados].

Otra de las enseñanzasque pueden extraerse del Bardo Thödol es que los seres conscientes en el estado intermedio, más allá de la “pulsión kármica”, pueden elegir la forma de su próxima reencarnación, incluso dónde nacer: el país, la cultura, la familia… Se dice que los seres más elevados espiritualmente podrán optar por alguno de los reinos de existencia superior (reino de los semidioses o el de los dioses), con la posibilidad de liberarse del samsara en cualquier momento. En relación a la «posibilidad de elección» el físico Amit Goswami señala que contamos en la vida con múltiples probabilidades desplegadas a modo de ondas de probabilidad (de un electrón). Esto nos pone delante a diversas opciones tan reales como las ondas de probabilidades de Schrödingery estas probabilidades dejan de existir cuando proyectamos nuestras expectativas, que se limitan a una sola posible. El doctor Stuart Hameroff va más allá afirmando que cada ”pensamiento consciente puede ser considerado como una elección, una superposición cuántica que colapsa en una elección”. [Esto nos recuerda la posibilidad «de seleccionar la puerta uterina» de laque habla el Sidpa Bardo(una de las fases del estado intermedio descrita en el Libro II del Bardo Thödol), en la que la consciencia «elige» donde nacer y se escoge a los padres]. La física moderna parece sugerir que cada vez que observamos el mundo, en un determinado nivel de la realidad estamos provocando un colapso de la función de onda . Un colapso que transformará una onda de infinitas posibilidades en algo concreto y material. Y esto nos convierte en creadores, en «hacedores» o «dadores» de nuestra propia realidad, como afirmaba Jung. El observador crea el colapso de la función de ondas en una determinada dirección y así participa en la creación de la realidad. El momento en que una onda de probabilidad se transforma en materia es lo que los físicos llaman colapso de la función de onda. Sería algo así como si ahora mismo detrás de usted no hubiese nada y justo en el momento en que se gira para mirar, todo toma forma y se «materializa». Es decir que aquello que hay detrás de usted en este momento solo existe como posibilidad. En cierto modo, todo esto guarda gran similitud con lo que afirma el Bardo Thödol que todos los fenómenos se encuentran en su origen en la mente.

“Si bien la mayor parte de la ciencia occidental considera esta cuestión [la inmortalidad de la consciencia] una fábula o un mito, la ciencia tanatológica demuestra –afirma el psiquiatra Stanislav Grof– que gran parte de lo que plantea en el Bardo Thödoles pertinente”.  Grof se basa en los estudios de experiencias cercanas a la muerte en las que lo relatado por las personas “traídas de nuevo a la vida” ha podido ser verificado. Relatos que cuentan que la consciencia abandona el cuerpo de modo muy similar a como se describe en el Bardo Thödol.  Sugerente lectura, pues, que puede despertar el interés o la curiosidad tanto de aquellos que afrontan por primera vez el argumento como de quienes se sientan atraídos por las tradiciones y la filosofía orientales, y  que más allá de los propios credos puede contribuir a desmontar ese tabú que es el tema de la muerte, y comenzar a verla desde una perspectiva diversa.

Sobre el manuscrito y la traducción del Bardo Thödol

El Bardo Thödol fue traducido por primera vez al inglés por Lama Kazi Dawa-Samdup y editado W.Y. Evans Wentz, pionero en el estudio del budismo tibetano y su transmisión a Occidente. A principios de 1919 un joven monje tibetano de un monasterio de Darjeeling, India, procuró al editor Evans Wentz un ejemplar del manuscrito del Bardo Thödol. El texto original se remonta al siglo VII, en la época de Padma Sambhava (fundador del lamaísmo), en que se encarga la redacción del Bardo Thödoly una vez concluido sería celado y redescubierto años más tarde.  Se trata, pues,  de uno de los libros perdidostibetanos. Según la tradición tibetana, el Bardo Thödol sería una de las obras ocultadas en secreto a fin de preservarlas para las generaciones futuras, y que tendrían que revelarse al mundo a su debido tiempo. Es decir, cuando la humanidad estuviese preparada para ello. Sea como fuere, es lo cierto que durante el periodo de persecución de budismo, a comienzos del siglo IX, fueron ocultados en cuevas y otros lugares secretos gran cantidad de libros pertenecientes al periodo arcaico del budismo tibetano.