El que solo se ríe, de sus maldades se acuerda

Publicado en el suplemento de Cultura de La Provincia/Diario de Las Palmas del sábado 21 mayo 2022//

Decía Henri Bergson que la comicidad es un rasgo propiamente humano. La afirmación nos lleva a admitir que la risa es una de las pocas manifestaciones que nos distinguen de otros animales. No obstante, la aseveración del filósofo francés no puede ser considerada en términos absolutos, ya que desde la neurociencia se considera que existen otros animales con la capacidad de reír. Esto es lo que parece suceder con algunas especies de primates, con los perros o con las ratas, entre otros mamíferos. Pero si la risa no es un atributo exclusivo de Homo sapiens,tampoco lo es el lenguaje como sistema de comunicación verbal articulado de manera más o menos compleja sobre la base de códigos sonoros. Mediante el uso de sus propias voces, los animales pueden alertar de una presencia hostil, acudir a una llamada de auxilio, identificar una situación fuera de lo común, compartir alimentos, informar sobre una fuente de suministro de comida, emitir señales de reclamo para el apareamiento y comunicarse de diferentes maneras tendiendo a realizar toda una serie de actos vitales. Incluso, algunas especies de mamíferos, como los delfines, parecen poseer códigos verbales y gestuales que forman parte de un complejo sistema de comunicación. Así las cosas, y excluida la observación de comportamientos inteligentes como factor exclusivamente humano, la diferencia radicaría en la magnitud y cualidad de estas capacidades con las que aventajamos a otras especies (esto es, comportamiento inteligente, complejidad del lenguaje y capacidad de reír). Si bien el hombre no siempre observa un comportamiento inteligente que lo haga velar por su propia supervivencia, sino más bien da muestras de una insensatez supina, podemos convenir que la facultad de risibilidad asociada al uso de un lenguaje de mayor complejidad es una manifestación fundamentalmente humana. Dicho de otro modo, las toninaspodrán mostrarse todo lo inteligentes que quieran, incluso reír como niños mientras juegan chapoteando en el agua, pero no me las imagino contando un chiste a las puertas de un velatorio y descojonarse de la risa, cosa que sí es capaz un sapiens. Y esta es una de las características que nos distingue de otros seres vivos: que somos capaces de articular un diálogo mental que en determinados parámetros culturales puede provocar una carcajada por absurdo y disparatado que parezca. 

El psicólogo Roberto Provine afirmaba que la risa es una actividad natural y social que tiene lugar cuando estamos en contacto con otra gente y que no es un fenómeno aislado, «ya que está íntegramente relacionado con el habla, el lenguaje y la consciencia». Sin embargo, la literalidad del dicho supone una excepción a tal aseveración por cuanto la risa es también una manifestación que puede ser provocada por un pensamiento cuando estamos solos, aislados, sin entrar en contacto con nuestros semejantes. ¿Quién no ha sido sorprendido alguna vez o se ha sorprendido asimismo riendo(se) solo? Cuando nos reímos estando solos es porque hilvanamos un discurso mental que recrea una situación que nos resulta cómica y que ha podido sucedernos o podrá darse en la vida real. Por ejemplo, cuando reconstruimos imaginariamente la broma que gastamos a un amigo o a un compañero de trabajo, mientras caminamos por la calle o vamos conduciendo nuestro coche. Esta situación verosímil (junto con la risa en sueños) es probablemente el único momento en que reímos sin estar en contacto con la gente. 

El proceso de «observación-constatación-conclusión» por el que se originan los dichos y refranes hace que sobre la base de este método el vulgo haya elaborado este aforismo que, con agudeza psicológica, podríamos decir, establece un juicio cuyo significado se asocia a las travesuras: «el que solo se ríe, de sus maldades se acuerda». En el que el acto de «reírse solo» nos lleva automáticamente a una conclusión que nos estamos acordando de nuestras «maldades». Donde la voz en plural «maldades» tiene un sentido laxo que se acerca más al significado de ‘trastada’, ‘burla inocente’, ‘mataperrería‘ generadas por los pensamientos de proyección futura o recuerdos de situaciones ya acaecidas, cómicas o graciosas que, en todo caso, no tienen malicia alguna. El dicho es usual en Canarias y en otros ámbitos del español en América y se emplea como «admonición» menor que pone al descubierto una «baladronada» (comportamiento propio de un «baladrón», persona inquieta, traviesa, pillo, trasto, buena pieza). Así cuando alguien es sorprendido riéndose solo y sin motivo aparente, entonces se establece esta presunción de que seguramente se estará «divirtiendo» con sus propias trastadas. Entonces se le puede reprender con un «¡Ahbaladrón, de qué te estarás acordando!».