A sebar olas


¿Quién no recuerda de chiquillo ir en verano a la playa «a sebar olas»? Esta expresión isleña, más bien propia de las islas orientales, refiérese al entretenimiento veraniego de «coger olas». Otrora diversión de jóvenes y pequeños que se practicaba originariamente sin tabla, «a pecho descubierto», en una exhibición  de agilidad y destreza al aprovechar la fuerza de las olas para deslizarse sobre su cresta hasta la misma orilla. La habilidad consiste en coger la ola justo antes de que rompa, e impulsándose con algunas brazadas, adoptar la posición de “torpedo” –valga la expresión– bocabajo, con el cuerpo estirado, cabeza  sumergida y  brazos alongados hacia delante. Pero cuando el oleaje es fuerte y severo, además de destreza, esta práctica requiere buenas dosis de coraje, pues puede llegar a ser peligrosa. Hay quienes han visto en ella los antecedentes del surf en las islas, y enteras generaciones disfrutaron en su juventud y niñez de esta diversión, antes de que aparecieran las primeras tablas. 

            El origen de la expresión no parece del todo claro. Algunos autores registran el verbo «sebar» con s , mientras hay quienes lo transcriben con c , «cebar». El significado más común y extendido es el de ‘deslizarse sobre las olas’, asociado fundamentalmente a este entretenimiento playero. Aunque también puede hacer referencia a las embarcaciones. Con  valor más preciso puede significar el acto de ‘deslizarse el barco con la quilla sobre la cresta de la ola’. De ahí es probable que por extensión semántica acabara utilizándose para referirse a cuando los muchachos en la playa aprovechaban la fuerza de las olas para dejarse llevar hasta la orilla. 

Su etimología es imprecisa.  Algunos autores apuntan que «sebar» deriva por aféresis de «ensebar», ‘untar con sebo’. Referido al procedimiento de ungir o embadurnar con sebo los parales. Los parales son los palos o maderos semicilíndricos con una muesca con superficie plana en la parte superior, donde encaja la quilla de la falúa, que vienen «ensebados» y permite que la embarcación se deslice con facilitad tanto al botarla al agua como al vararla, protegiendo así su quilla. Es esta una técnica muy antigua y universal a la que continua recurriéndose todavía hoy con las pequeñas embarcaciones de pesca artesanal  en Canarias. Es probable que por extensión semántica, se pasara a nombrar a cuando con la misma facilidad el barquillo se desliza sobre la cresta de la ola. 

Por su parte, Guerra registra la expresión «sebar olas» como sinónima de «coger la baladera»  que define como la habilidad de algunos bañistas consistente en mantener el cuerpo de una manera determinada y dejarse llevar por las olas. Apunta como posible etimología la voz castellana «resbaladera» (dicho de algo que se resbala o se escurre fácilmente) que por aféresis se transformaría en «baladera». Este mismo autor anota que el término pudiera estar asociado también a  «rebelaje» o «rebalaje» que es voz castellana –esta última– usada para definir, entre otras acepciones, a la ‘zona de la playa donde ocurre el reflujo’ de la marea. 

El verbo «sebar» guarda también cierta homonimia en su raíz con el término «seba», un portuguesismo usado en Canarias para nombrar a las algas marinas. Sobre todo cuando el mar de fondo arranca estas plantas de los  «sebadales» (poblaciones o praderas submarinas de algas) y la marea las arrastra hasta la orilla y las bota fuera con la resaca.  

            Con independencia de su etimología, lo cierto es que el «sebar olas» es sin duda una de esas expresión genuinas del español de Canarias que sigue viva entre varias generaciones de hablantes para designar, generalmente, el «coger olas» usando aquella primitiva técnica de antaño o bien con las modernas tablas de surf o buguis. De manera que cuando «el mar está como un plato» no se podemos «sebar olas», pero con «las mareas del Pino»… «¡Agüita!»