¡No me chingues la borrega!

Publicado en los suplementos de Cultura de los diarios La Provincia/Diario de Las Palmas y El Día/La Opinión de Tenerife del sábado 04.09.2020.

Aunque  poco usada, a muchos de nuestros mayores les resultará familiar esta expresión que viene pronunciada solitamente en un tono exclamativo para advertir a alguien que deje de importunar o para reprenderle por lo que ha dicho. La “borrega” es en el español de Canarias una especie de petaca en forma de bolsa achatada, elaborada en cuero o en caucho, que se usa para guardar la picadura, es decir, una tabaquera que se solía llevar en el bolsillo de la chaqueta para el tabaco de liar y de pipa (o cachimba). En algunas islas se le llama también “borreguera”. 

 El verbo “chingar” tiene el significado en Canarias de ‘mojar o salpicar a alguien con un chingo de agua’. [“En verano, los chiquillos jugaban chingándose con agua unos a otros y acababan ensopados”]. También puede guardar el sentido de ‘estropear o echar a perder algo o fastidiar(se)’.  

En sentido recto, pues, “chingar la borrega” quiere decir ‘mojar la borreguera o tabaquera’. La advertencia en forma exclamativa: “¡No me chingues la borrega!” vendría a advertir de estar atentos a no mojar la bolsa del tabaco para evitar que este se estropee. Pues la picadura en la borrega permanece seca y “amorosada” [de “amorosar”: ‘reblandecer, ablandar, suavizar’], y si el tabaco se moja, se acartona y se echa a perder. Este parece ser el sentido propio de la expresión. De ahí el giro lingüístico que utiliza la metáfora para exclamar: ¡No me fastidies!, más en consonancia con otra de las acepciones del verbo chingar (‘estropear’, ‘echar a perder’).  

Es frecuente el recurso a metáforas construidas sobre la base de objetos o elementos del imaginario rural o doméstico de otra época que hacen que para el hablante contemporáneo y de entorno cultural urbano resulte extraño y a veces incomprensible. Son ejemplos de ello: “Molino parado no paga maquila”, “enterado de la caja del agua” o el ahora comentado: “No me chingues la borrega”, en los que el uso de voces como “maquila”, “caja del agua” o “borrega” son una antigualla para las nuevas generaciones de hablantes.  

Se usa en forma exclamativa como hemos dicho para reprochar a quien molesta o importuna con su conducta o actitud o para reprender lo que ha dicho. También se pueden escuchar las formas: “llenarle/achucharle/apretarle a alguien la borrega” para expresar ‘hartar con impertinencias y majaderías’. Son expresiones sinónimas: “¡No me jeringues!” o “¡no me jodas!” que en ocasiones se suelen emplear como exclamación de sorpresa frente a una información o noticia, generalmente disgustosa, que nos traslada nuestro interlocutor. “Jeringar”, en sentido propio, es sinónimo de ‘chingar’ y parece tener origen en el acto de expulsar con fuerza líquido con una jeringa; es más común el sentido figurado con el significado de ‘fastidiar(se)’, estropearse o frustrarse alguna cosa o un plan’. Otras expresiones afines o sinónimas son  

: “joder la pava” o “joder la pavana”, es decir, ‘fastidiar, incordiar o dar la lata’; o “no me llenes la cachimba (de tierra)” que se usa en algunas islas (y también se registra en algunos lugares de América) para persuadir a alguien que muestra un comportamiento molesto, incómodo, cansino o impertinente.  

“Cachimba” parece ser un portuguesismo que en el español de Canarias se usa para designar la pipa de fumar. Así, pues, “llenársele a alguien la cachimba” es hartarse de las insolencias y molestias de otra persona. Otra exclamación similar que se pronuncia ante un hecho, de ordinario negativo o inesperado, que denota sorpresa o enfado es: “¡Hay que joderse!” (o “¡No me estés jodiendo!”); pero acaso el “no me chingues la borrega” alcanza en el hablante un grado de sanción más severo, y hasta de “calentura”, ante un acto o actitud de alguien que reprobamos por fastidiosa, ruin, desproporcionada o fuera de lugar.