Dando brincos yo te trinco

CANARISMOS

Dando brincos yo te trinco

Luis Rivero 22.09.2018 | Suplemento de Cultura La Provincia 

Esta expresión construida sobre la base de dos homófonos (brinco/trinco) viene a anunciar en tono de severa advertencia o amenaza que toda mala acción será cobrada como se merece en cuanto surja la ocasión.

La locución verbal “dar brincos” es sinónimo de andar ligero. Por otra parte son diversas las acepciones que en el español de Canarias tiene el verbo “trincar”, como por ejemplo: “asir con fuerza” (“lo trincó por el brazo”) o también pillar, agarrar, alcanzar, sorprender, prender, coger; pero aquí parece tener el valor de coger a alguien en un engaño, falta o ardid (como se usa en la expresión “lo trincaron robando”); o bien de modo similar: coger a alguien por sorpresa, abordarlo, sorprenderlo: “cogerlo echado”; o cogerlo en un fallo, en una falta o engaño (sorprenderlo in fraganti). Puede coincidir o acompañar a la advertencia: “lo estoy esperando”.

“Yo te trinco” equivale a decir “déjalo que yo lo cojo” (o “deja que te trinque”) que prevé o puede tener como resultado una celada, cuando están asechando a alguien en el sentido de esperarlo a que yerre o cometa un fallo para reprenderlo o pescarlo en la falta: “deja que lo trinque, le voy a cantar las cuarentas”. Tiene así el valor de amenaza o advertencia de retribuir el justo castigo o reprimenda a quien se lo merece por la acción cometida precedentemente.

Este modismo con vocación aforística parece asentarse en una máxima de ca-rácter universal que se expresa en el dicho: “el que la hace, la paga”. Y tiene a su vez su fundamento en un aserto que pretende hacer valer que es así como funcionan las cosas, tanto en el ámbito de la justicia humana como en el de la justicia divina, por así decirlo. Se sustentaría, pues, ideológicamente en la creencia en un principio retributivo que responde a toda mala acción con un justo castigo, ya sea en esta vida o en la otra, tal como se advierte o se intuye en expresiones tales como “Dios castiga sin piedra ni palo” o aquella otra que dice: “No te rías del mal de nadie porque el tuyo viene caminando”. Estos ecos de justicia universal/divina pueden sugerir que el devenir de los acontecimientos y de las actitudes humanas están sujetos a una especie de rueda kármica que gira inexorable proporcionando a cada uno aquello que se merece, al modo en que lo afirman algunas tradiciones orientales. O como se dice inapelablemente: “el tiempo pone a cada uno en su sitio”.

Con ello se invoca la certeza de que ineludiblemente llegará el momento de pedirle cuentas a quien ha llevado a cabo cualquier acto censurable. Sin embargo, la locución “dando brincos” expresa celeridad resolutiva, es decir, que más pronto que tarde llegará la hora de reprender o punir la conducta que presumimos reprobable. Lo que lo que lo sitúa más bien en la esfera de la justicia material y humana.