Aquí, el que menos corre tumba al de ‘alante’

Luis Rivero en Cultura La Provincia DLP y El Día/La Opinión de Tenerife

Esta parece ser una de las versiones isleñas del refrán castellano: «el que no corre, vuela» (o «el que menos corre, vuela»), formas estas que se escuchan a menudo también en Islas. Se trata de una frase que alude con ironía a los que hacen ver que no tienen interés en un asunto y, en cuanto surge la oportunidad, son los primeros que se muestran dispuestos a conseguir lo que desean. El «aquí», más que expresar un sitio específico como es la función propia de los adverbios de lugar, hace referencia a una situación, a un asunto o cuestión determinada: es aquello que nos ocupa e interesa, son las circunstancias que nos rodean o pueden ser las personas de nuestro entorno o que ocasionalmente frecuentamos. 

«El que menos corre» literalmente se refiere al sujeto que en apariencia es el más lento de todos, el que menos prisa muestra, el menos espabilado. El verbo «tumbar» significa aquí, hacer caer, derribar. En el ámbito de la lucha canaria se dice que en una agarrada se tumba al contrario para expresar que se «da en tierra con el rival», tirarlo al suelo. Es este sentido competitivo o de confrontación que toma el verbo: tirar, hacer caer, empujar, pasarle por encima, atropellar, superar apresuradamente a alguien y de malas maneras, ya sea en sentido metafórico como literal. En el habla popular de las islas escuchamos a menudo la locución adverbial «al de alante», en lugar de la forma más culta «al de delante», y que aquí hace referencia a quien le precede en un orden de prelación o a quien le aventaja por guardar una posición más cercana al objetivo a alcanzar. 

 «Aquí, el que menos corre tumba al de alante», en sentido figurado, describe, pues, una situación de competencia que se entabla entre aquellos que pugnan por alcanzar el objetivo pretendido. Recurriendo a una forma hiperbólica expresa que «el que menos corre» de todos, es decir, el que parece más lento, el manta, el más maleta[se dice del más malo o lerdo, el peor de todos, que es unpaquete], «tumba al de alante», (porque «va como una moto»). Y ello para advertir con ironía de la destreza y prontitud de los que «están al pesque» de alguna ocasión que aprovechar para «llevarse el gato al agua». Al tiempo, pone en guardia frente a quienes muestran indiferencia o desinterés en algo, y que al final resulta que son los primeros en moverse para conseguirlo; de aquel que mantiene una actitud, en apariencia, pasiva, el menos avispado que parece y que, «calladito a la boca», actúa «a la zorruna». En definitiva, se advierte de los que fingen que la cosa no va con ellos y se entregan al oportunismo.  

Se asevera así sobre un hecho que se supone constatado al tratarse de individuos ya conocidos por su modo de actuar [ya se sabe que «por la cagada se conoce al pájaro», dice otro dicho isleño], que se comportan de manera taimada y astuta hasta que se destapan, mostrando sus verdaderas intenciones. «Correr» tiene el sentido a apresurarse, darse prisa, estar presto a intervenir, pronto para efectuar algo. La locución «el menos que corre, tumba al de alante» es sinónimo de la paremia «el menos que corre, vuela» y de esta otra locución isleña que dice: «el menos que mea, hace un charco» que resulta afín a la expresión que parangona el acto de mear como símbolo de poderío, de marcar el territorio: «ser el macho que más mea».  

El aprendizaje implícito en el dicho invita a ser diligente y puede resumirse en que conviene no fiarse de las apariencias porque el que más o el que menos resulta ser un espabilado y a poder que pueda, se te echa delante.

 Así que «hay que espabilar porque a los bobos se los comen las moscas».